Al “Gran Hermano”, observador invisible y terrorífico propio de un Estado totalitario, lo noveló George Orwell, escritor, periodista y ensayista inglés, en aquella célebre obra, “1984”.

Orwell, cuyo nombre real era Eric Arthur Blair, falleció víctima de una tuberculosis el 21 de enero de 1950. Tenía solo 46 años de edad. He aquí dos frases suyas : 1) “En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario”. 2) “Ver lo que tenemos delante de nuestras narices requiere una lucha constante”.

Dos frases vivas. Sobre todo, si consideramos que toda verdadera información es reina y soberana solamente en manos de una, dos o tres potencias.

Quién se atreva a saltarse a ese “Gran Hermano” se convierte en un proscrito, un delincuente, un apestado, un maldito. Al escribir esta crónica seguía en peligro la vida del norteamericano Edward Joseph Snowden, analista de inteligencia nacido en Carolina del Norte el 21 de junio de 1983.

Se refugiaba en calidad de pasajero en tránsito en el aeropuerto moscovita de Sheremétyevo. Llegó allí procedente de Hong Kong. Habiendo solicitado asilo político a 21 países, la mayoría del Viejo Mundo, continuaba en compás de espera. Las autoridades de Italia, España, Francia, Alemania Austria, Suiza, los Países Bajos, Noruega, Finlandia, estaban sordas y mudas. Más bien estaban temblando ante el “Gran Hermano”.

Como es de dominio público, Snowden denunció al mundo los abusivos, constantes y aterrorizadores espionajes perpetrados por los servicios secretos de su país, mediante un organismo denominado Agencia de Seguridad Nacional, NSA.

La utilización criminal de los complejos sistemas de Internet, es decir Apple, Google, Microsoft, Facebook o Skype, han quedado al aire libre. El presidente Barak Obama y el primer ministro británico David Cameron en tela de juicio. Los británicos espían si cesar y sin pudor con un servicio secreto llamado GCHQ. Las revelaciones de tanto fisgoneo mundial reproducidas en los medios informativos del planeta, fueron publicadas inicialmente (7 de junio) en los periódicos “The New York Times” y “The Guardian”.

“Entramos en una nueva era de la existencia humana en que todas las acciones digitales (ya sea por teléfono, texto, búsquedas, chateo o correo electrónico) pueden ser recogidas, buscadas y almacenadas. Las implicaciones son profundas. El ritmo del cambio tecnológico es más rápido que el de la ley o la supervisión. La fuerza de gravedad hacia la vigilancia total es tan inevitable como secreta” escribió “The Guardian” de Londres el pasado 22 de junio.

En ese libro premonitorio, “1984”, donde apareció el concepto “Gran Hermano” o “Hermano Mayor”, la sociedad humana, nosotros, somos una masa de gente marginada, aislada, atemorizada y bajo control. El personaje principal, Winston Smith, trabaja en el Ministerio de la Verdad y su tarea es mentir y reescribir la historia a gusto y del Poder.

En ese territorio y gobierno del futuro hay otros ministerios claves: el de la Paz que se ocupa de la guerra; el del Amor, que se ocupa de torturar a los que no entran en vereda; el Ministerio de la Abundancia que amaña la economía velando porque los mortales vivan en racionamiento, en crisis, al borde de la subsistencia. Los tres lemas del partido que manda el buque son: 1) Guerra es paz. 2)Libertad es esclavitud. 3) Ignorancia es fuerza. ¿Acaso todo eso no suena actual?

Las revelaciones de Snowden sobre las maromas ocultas de la Agencia de Seguridad Nacional, (la NSA) en USA se parecen demasiado a las actividades que en su día realizaron la Gestapo nazi, la Stasi de Alemania Socialista o la Dina y CNI chilenas. Estas últimas, tenebrosas cloacas de asesinos que todavía, como Pedro por su casa, se pasean por el prado. Allá en USA la tenebrosa NSA es opaca y secreta. Nadie sabe cuantos agentes tiene y cuanto dinero cuesta.

Con otro acento este mismo tema lo abordaron Aldous Huxley en su libro “Un mundo feliz” y Ray Bradbury en “Fahrenheit 451”. Como dato curioso, a Orwell lo acusaron de plagiar una novela de Yeugeni Zamiantin, publicada en 1921. Orwell siempre reconoció esa influencia.

El espionaje sofisticado de USA, a escala global, marca, husmea, pincha sin cesar a la Unión Europea, principalmente las sedes de Bruselas y Estrasburgo. Se refocila con Alemania y salta por la Tierra pasando impunemente por Japón o México.

Putin, ex espía de la KGB, se lava las manos. Embajadores ahítos de cócteles y gobernantes disfrazados de caballeros democráticos juegan con la vida de un ser humano. Inclusive, buscando al prófugo, violan el derecho internacional (Francia y Portugal) al secuestrar el avión con el presidente de Bolivia, Evo Morales.

Obama amenaza y el mandatario de Venezuela, Maduro, se pregunta “¿acaso Snowden lanzó un misil, mató a alguien? No. Está evitando una guerra.”. Y el perseguido, al cual USA lo convirtió en un paria, en un indocumentado, le ha dicho a la conciencia de los limpios: “Sin importarme los días que me restan de vida, me mantendré dedicado a luchar por la justicia en un mundo desigual”.

No hay excusas: la Unión Europea, ¡Premio Nobel de la Paz 2013!, con toda su burocracia (y sus mentiras a cuesta) se ha olvidado de lo esencial, de los Derechos Humanos.

Oscar “El Monstruo” Vega
Periodista, escritor, corresponsal, reportero, editor, director e incluso repartidor de periódicos.
Se inició en El Sur y La Discusión, para continuar en La Nación, Fortin Mapocho, La Época, Ercilla y Cauce.
Actualmente reside en Portugal.