El nuevo presidente interino de Egipto, Adly Mansur, llevaba dos días como presidente del Tribunal Supremo Constitucional cuando el ejército lo designó para dirigir al Estado más poblado del mundo árabe.

Mansur toma las riendas de una nación fuertemente dividida por la expulsión de su primer presidente libremente electo, Mohamed Mursi, tras días de sangrientos enfrentamientos entre sus seguidores islamistas y la oposición, cada vez más numerosa.

Ironías del destino, Mansur fue designado a la presidencia de la máxima autoridad constitucional egipcia por el propio Mursi y se ha visto propulsado al poder político después de que el ejército suspendiera la Constitución.

Este padre de tres hijos de 67 años, que estudió con una beca en la prestigiosa Escuela Nacional de Administración francesa, la ENA, se desempeñó como juez bajo el régimen del hombre fuerte Hosni Mubarak.

Trabajó en los tribunales religiosos públicos, que dictan fatwas o edictos religiosos, así como en los tribunales civiles y penales.

Mansur ayudó a redactar la ley electoral que supervisó los comicios presidenciales que llevaron a Mursi al poder en 2012, que contemplaba el establecimiento de un marco legal para la campaña electoral.

Desde 1992, ocupó el cargo de presidente adjunto del Tribunal Supremo Constitucional.

A diferencia de los principales líderes de la oposición -entre ellos el premio Nobel de la Paz Mohamed ElBaradei y el ex jefe de la Liga Árabe Amr Musa — Mansur ha sido un desconocido, lo que quizá convenga a los planes del ejército de buscar una figura neutral para tratar de limar asperezas en una transición que se presenta complicada.

Este juez calvo y bigotudo podría haber participado sin ser reconocido por nadie en las gigantescas manifestaciones registradas en el país el domingo que provocaron la intervención militar este miércoles.

Los millones de manifestantes movilizados por los opositores a los Hermanos Musulmanes durante los turbulentos 12 meses de la presidencia de Mursi, nunca enarbolaron su foto.