Miles de personas prometen marchar nuevamente por las calles de Brasil, tras la mayor protesta en dos décadas ocurrida el lunes contra los gastos multimillonarios para el mundial de fútbol 2014, que terminó en caos y violencia en Rio de Janeiro y otras ciudades, y sorprendió al gobierno por su tamaño y virulencia.

Desafiando la afirmación popular de que los brasileños no salen a las calles a expresar su descontento, más de 250.000 personas desfilaron el lunes por una decena de ciudades brasileñas, mientras que, a un año del Mundial, se desarrolla en el país su ensayo general, la Copa Confederaciones, hasta el 30 de junio.

Las protestas, en su mayoría pacíficas, terminaron con violencia en varias ciudades, sobre todo en Rio, y fueron dispersadas por la policía con gases lacrimógenos y balas de goma cuando hubo vandalismo, o cuando en Belo Horizonte los manifestantes intentaron acercarse al estadio Mineirao, donde se jugaba el partido Tahití-Nigeria (1-6).

Los manifestantes, en su mayoría jóvenes, apolíticos y de clase media, exigen la revocación del aumento del precio del transporte público en muchas ciudades y mejoras en la calidad del servicio, así como otro sinnúmero de cosas, que van desde una mejor educación y salud pública hasta el fin de la corrupción.

Estas son las mayores protestas en Brasil desde las manifestaciones contra la corrupción del gobierno de Fernando Collor de Mello en 1992, que renunció durante su juicio político ante el Senado.

Nuevas manifestaciones están convocadas para este martes en Sao Paulo y para el jueves en varias ciudades del país, incluida Rio de Janeiro, una de las seis ciudades sede de la Copa Confederaciones, un ensayo general del Mundial entre ocho selecciones.

El gobierno está “preocupado”, sostuvo la víspera Gilberto Carvalho, jefe del gabinete de la presidenta Dilma Rousseff. “Que nadie se precipite a sacar provecho político de un lado o de otro”, pidió.

Rousseff, por su lado, sostuvo que “las manifestaciones pacíficas son legítimas y propias de la democracia”. “Es propio de los jóvenes manifestarse”, aseguró la víspera en el blog de la Presidencia.

CAOS EN RIO

La mayor y más violenta de las manifestaciones del lunes tuvo lugar en el centro de Rio, donde algunas decenas de los 100.000 manifestantes intentaron invadir la Asamblea Legislativa estatal, prendieron fuego a un coche y a la puerta del edificio legislativo, saquearon negocios, destrozaron mobiliario urbano e hirieron a 20 policías que se atrincheraron junto a otros compañeros dentro del predio.

Hubo tiroteos y al menos dos manifestantes fueron heridos de bala, constató la AFP.

La protesta terminó después de seis horas, cuando 100 integrantes del Batallón de Choque de la policía militar dispersaron a manifestantes violentos con gas lacrimógeno y balas de goma.

“El gobierno invirtió en dinero público en vez de invertir en educación que es pésima. Estamos muy molestos con Dilma, que está acabando con el país y por eso el pueblo está en la calle”, dijo a la AFP una manifestante en Rio, Rosange Campos.

En Sao Paulo, donde marcharon unos 65.000 manifestantes, un grupo intentó invadir el Palacio dos Bandeirantes, sede del gobierno estatal, y derribar su puerta, pero fue dispersado por la policía.

Escenas similares se repitieron en Belo Horizonte y en Porto Alegre, donde los manifestantes destrozaron un autobús y prendieron fuego a decenas de contenedores de basura en la principal avenida de la ciudad.

En Brasilia, más de 5.000 manifestantes rodearon el Congreso nacional y cientos de ellos, eufóricos, invadieron la rampa y lograron subir al techo, donde se quedaron tres horas cantando el himno y entonando otros cánticos, antes de descender pacíficamente.

Las protestas ocurren en un momento de magro crecimiento económico en Brasil y una inflación en alza. Recientes encuestas señalaron por primera vez una caída en la aprobación del gobierno de Rousseff, sobre todo entre los más jóvenes y más ricos.

Rousseff fue abucheada el sábado en el estadio de Brasilia, al inaugurar al Confederaciones junto al presidente de la FIFA, Joseph Blatter, aunque cuenta todavía con niveles de popularidad récord y es favorita para la reelección en 2014.