Los jugadores Daniel Alves, David Luiz y Hulk de la selección brasileña manifestaron este martes su apoyo a las gigantescas protestas que sacuden a su país a favor de mejor educación y en contra la corrupción.

“Lógico que yo por venir de abajo y estar en una buena posición vemos esas manifestaciones y sabemos que tienen toda la razón ahí, que lo que hablan y dicen tiene total sentido”, dijo Hulk, atacante del Zenith ruso, en una rueda de prensa en Fortaleza (noreste), donde la ‘seleçao’ prepara el partido frente a México por la Copa FIFA Confederaciones.

“Sabemos que Brasil necesita mejorar muchas cosas y darle la oportunidad de esas manifestaciones, lo sentimos, sabemos que es verdad”, añadió.

En su cuenta en la red social Instagram, Alves publicó una foto con la imagen de un ojo gigante con los colores amarillo y verde, y el lema de la bandera nacional: orden y progreso, acompañado de la siguiente leyenda:

“Orden y progreso” sin violencia por un Brasil mejor por un Brasil en paz por un Brasil educado por un Brasil saludable por un Brasil honesto por un Brasil feliz”.

Las mismas reivindicaciones son acuñadas durante las gigantes protestas que desde el jueves de la semana pasada sacuden a Brasil.

También rueda de prensa, el zaguero David Luiz defendió manifestaciones “pacíficas y sin violencia” por “un Brasil mejor”.

“Como brasileño que ama a su país siempre espero lo mejor (…). Estoy a favor de la manifestación sea pacífica, que no haya violencia, pero que el ciudadano tenga la posibilidad de expresar sus opiniones”, dijo el zaguero del Chelsea inglés.

“Espero que podamos llegar a un consenso y que en el futuro tengamos un Brasil mejor. Las manifestaciones son la única forma que tiene para conseguir sus deseos y mejorar”, siguió.

Las manifestaciones, que el lunes alcanzaron su punto más alto en ciudades como Sao Paulo, Rio de Janeiro, Brasilia, Porto Alegre, con millares de personas volcadas a las calles, reflejan, entre otros, el descontento social por las millonarias inversiones para la organización de la Copa Confederaciones y el Mundial 2014.

Según se oye con fuerza en las calles, el gasto es desproporcionado para un país con servicios públicos deficientes, en especial salud, educación y transporte.