Turquía se prepara para acoger desde este viernes y hasta el 13 de julio el Mundial Sub-20 de fútbol, su primera gran cita FIFA, y lo hace en plena crisis interna por la oleada de protestas y manifestaciones que se viven en las últimas semanas contra el gobierno del país.

Las imágenes de la policía reprimiendo con cañones de agua y gases lacrimógenos las protestas en la emblemática plaza Taksim y el vecino parque Gezi han dado la vuelta al mundo, han provocado protestas internacionales y han sembrado de preocupación la cuenta atrás para el torneo.

Ante las dudas por la evolución de las protestas, la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) emitió un comunicado la pasada semana diciendo que el torneo iba a disputarse según los planes previstos y envió además una circular a los equipos participantes, garantizándoles que estarán seguros en Turquía.

“Considerando las últimas noticias sobre las protestas en Turquía, les informamos que la situación no tendrá consecuencias negativas para el torneo Sub-20 de la FIFA, que se celebrará tal y como estaba previsto”, escribió en esa carta el secretario general adjunto del organismo, Markus Kattner

La FIFA dio garantías a los participantes de que las autoridades locales les habían transmitido que protegerán el correcto desarrollo de la competición deportiva, en un año en el que Estambul está en plena recta final para saber si es elegida como sede de los Juegos Olímpicos de verano de 2020.

“La Policía Nacional turca ha confirmado al cuerpo de seguridad del COL (Comité de Organización Local) que velará por la seguridad durante la competición de la FIFA en Turquía y que no habrá peligro alguno en las sedes, los hoteles de concentración o las instalaciones deportivas”, añadió Kattner.

El último balance del sindicato de médicos turco habla de cuatro muertos desde el inicio de las protestas hace dos semanas y casi 7.500 heridos. Las principales protestas se han vivido en Estambul, pero también ha habido manifestaciones en otras ciudades del país, como Ankara o Esmirna, aunque esas dos últimas no forman parte de las sedes donde se jugará el Mundial Sub-20.

Este fin de semana, la situación ha vivido nuevos episodios, con actos de apoyo al primer ministro Recep Tayyip Erdogan organizados por el gobierno en Ankara y Estambul, y sobre todo el desalojo del sábado del parque Gezi, el último bastión de los manifestantes en Estambul.

Según el colectivo de manifestantes Solidaridad Taksim centenares de personas resultaron heridas en la operación. El gobernador de Estambul, Huseyin Avni Mutlu, evaluó el domingo los heridos en 44.

Desde entonces se han producido escaramuzas y protestas en otros puntos de la ciudad, como reacción a la intervención policial. Un colectivo de sindicatos convocó además una huelga general para este lunes.

Unos días antes, la policía había desalojado a los manifestantes de la plaza Taksim, también con cañones de agua y gases lacrimógenos, lo que ya había motivado varias protestas internacionales, especialmente desde la Unión Europea.

En el origen de las protestas estaba la represión policial a un grupo de ecologistas que intentan evitar la destrucción anunciada del parque Gezi y de sus 600 plátanos, en el marco de un cuestionado proyecto urbanístico en la plaza Taksim, un símbolo nacional.

La indignación provocada por esa operación motivó la más importante ola de protestas contra el gobierno islamista conservador turco desde que llegó al poder hace una década. Las decenas de miles de manifestantes exigen la dimisión de Erdogan, acusado de autoritarismo y de querer islamizar la sociedad turca.

La FIFA ha insistido en que continuará vigilante de la situación y facilitará información sobre seguridad por estos hechos a los integrantes de los equipos participantes, durante la tradicional reunión de bienvenida.