Brasil, conocido como ‘el país del fútbol’, recupera este sábado su lugar en el mapa de los grandes acontecimientos de este deporte con la apertura de la Copa FIFA Confederaciones en Brasilia, donde se esperan celebraciones que dejen atrás dos días de protestas sociales en varias ciudades.

El ansiado final de una espera de 63 años desde el Mundial-1950 quedó oculto el viernes tras una columna de humo negro de una quema de neumáticos en torno al reluciente Estadio Nacional Mané Garrincha de la capital, donde Brasil (anfitrión) y Japón (campeón de Asia) darán el puntapié inicial desde las 15:00 hora de Chile.

El Grupo A de la Copa lo completan Italia (vicecampeón de Europa) y México (campeón de la Concacaf). En el Grupo B participarán España (campeón del mundo y bicampeón de Europa), Uruguay (campeón de América), Nigeria (campeón de África) y Tahití (campeón de Oceanía).

El torneo se llevará a cabo en seis sedes, siendo éstas: Brasilia, Río de Janeiro, Fortaleza, Belo Horizonte, Salvador y Recife.

Si el fútbol encontró un nuevo y elegante hogar en Brasilia, no pueden decir lo mismo muchas de las 400 personas que bloquearon el acceso al estadio con el reclamo, entre otros, de más viviendas y denuncias de que el gobierno los desplaza para cumplir con las obras del Mundial-2014.

“Tarjeta roja para la Copa, que viola los derechos humanos”, rezaba uno de los carteles de los manifestantes, que según la policía se disolvió horas después luego de que el gobierno federal accediera a recibirlos.

Ello se sumó a las manifestaciones del jueves por la noche, de 5.000 personas en Sao Paulo, 2.000 en Río y cientos más en ciudades de todo el país que expresaron su malestar por el aumento de las tarifas del transporte público.

Llegada la madrugada del viernes las protestas derivaron en enfrentamientos con la policía que dejaron centenares de heridos y detenidos.

Las manifestaciones, convocadas nuevamente para el lunes en Sao Paulo, se dan en un contexto de malestar ante el débil crecimiento económico (0,9% en 2012) la creciente inflación (6,5% anual) y las persistentes diferencias sociales e infraestructura deficiente en un país que es la séptima economía del mundo.

Así, Brasil despertó de su sueño de la Copa Confederaciones-2013, el Mundial-2014 y Juegos Olímpicos-2016 con una situación poco común: gente protestando en varias ciudades.

FIFA y las autoridades brasileñas se refirieron al tema en una línea similar: “Estamos monitoreando la situación, obviamente, estamos en contacto con las autoridades locales para que nos hagan saber de las últimas noticias al respecto”, explicó el viernes el portavoz del organismo mundial, Pekka Odriozola.

El director de operaciones de la Secretaría Extraordinaria para la Seguridad de Grandes Eventos dijo en un comunicado que “la policía está acompañando esas manifestaciones para garantizar que ocurran y también para garantizar que otras personas tengan sus derechos, como el de ir y venir”.

Pero se trata de una fiesta

Horas antes del partido Brasil-Japón habrá una ceremonia inaugural en el Mané Garrincha que se espera confirme algo que sí es común en el pueblo brasileño: su capacidad para los grandes festejos.

“Haremos un homenaje a Brasil y a los países participantes de la Copa Confederaciones, una gran fiesta”, dijo Paulo Barros, “carnavalesco” (director artístico) de la escuela de samba Unidos de Tijuca, una de las más grandes de Río de Janeiro y que desfila en el sambódromo durante el carnaval, y quien es responsable del espectáculo.

Barros anticipó que la ceremonia evocará el espíritu festivo de los brasileños, pero que a diferencia del carnaval no habrá carrozas alegóricas para evitar que el césped se dañe. Por lo demás, el espectáculo reunirá música, disfraces y mucho, mucho baile, todo con el sabor de la cerveza, que vuelve a los estadios para la Confederaciones y el Mundial gracias a presión de la FIFA y su patrocinador Budweiser.

“Más que eso no puedo decir. Es un secreto absoluto”, señaló el artista al portal oficial de la FIFA.

Y colgadas del estadio y de los otros cinco escenarios de la Copa esperan las cámaras que se encargarán de asistir a los árbitros cuando no esté claro si un balón cruzó la línea de gol.

El sistema se apoya en un programa de computación que luego de un veloz análisis de la situación informa al árbitro en un reloj de pulsera especial.

Massimo Busacca, jefe de la comisión de desarrollo del arbitraje de la FIFA, dijo este viernes en conferencia de prensa en Río de Janeiro que “se trata simplemente de un apoyo al árbitro, nosotros preparamos a nuestros árbitros para lo inesperado”.

Para los 500.000 turistas que se acercarán a las seis sedes de la Copa inesperados pueden ser los precios de los hoteles.

Río es en la actualidad la tercera ciudad más cara del mundo en ese rubro, detrás de Nueva York y París.

Parafraseando un refrán: “el que quiere fiesta que la pague”.