Los decimoquintos Juegos de los Pequeños Estados de Europa (JPEE) reúnen hasta el sábado en Luxemburgo a nueve delegaciones, procedentes de países del continente con menos de un millón de habitantes, en sus particulares ‘Juegos Olímpicos’.

Si en unos Juegos Olímpicos normales sus opciones son muy reducidas ante las grandes potencias, aquí Islandia, Malta, Montenegro, Andorra, Chipre, San Marino, Liechtenstein, Luxemburgo y Mónaco sí pueden luchar por el oro y los podios.

“Somos pequeños, pero podemos hacerlo como los grandes”, es el principio que inspira esta reunión de 857 deportistas en el Gran Ducado.

La ceremonia de apertura tuvo lugar el lunes en el estadio Josy Barthel y ya tuvo reminiscencias olímpicas, cuando el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Jacques Rogge, pidió a los atletas que digan “no al dopaje”, a la vez que dijo a los voluntarios que son “el alma de esta competición”. Un mensaje que el belga trasladó el año pasado en Londres-2012 y en anteriores ocasiones.

Como en los Juegos de verdad, en estos JPEE hay atletas, voluntarios, una llama ‘olímpica’, controles antidopaje, una villa (con un restaurante donde se sirven 3.000 comidas al día) y, sobre todo, medallas.

Entre los nueve países que participan en Luxemburgo-2013 sólo suman ocho metales en unos auténticos Juegos Olímpicos, así que es la oportunidad perfecta para dejar de lado el lema de “lo importante es participar” y ser ambiciosos. para optar, ahora sí, por la victoria.

Tras una jornada de competición, el país organizador contaba ya con 27 metales, conseguidos en varias de las once disciplinas del programa, que son básquetbol, voleibol, vóley-playa, tenis de mesa, natación, judo, tiro con carabina, atletismo, gimnasia, tenis y ciclismo.

“Algunos se creen que estas medallas son como si fueran de chocolate, pero nos importa poco. El placer de la victoria está ahí, para nuestros atletas, que se toman estos Juegos muy en serio”, afirma el judoka andorrano Daniel García González, que se llevó el oro el lunes en la categoría de -73 kg.

“Para muchos de nosotros, estos JPEE son incluso el objetivo de la temporada. En el Mundial tenemos como objetivo superar las clasificaciones, aquí el reto es la victoria”, explica el clavadista luxemburgués Traian Ciociu.

“Sentimos incluso la presión de ganar”, apunta la nadadora islandesa Eyglo Gustafsdottir, plata en los 200 metros estilos.

Y como en los Juegos Olímpicos, los atletas son animados por sus jefes de Estado. El lunes, el príncipe Alberto de Mónaco visitó las instalaciones de la competición para aplaudir y animar a los representantes monegascos.

El acceso a las competiciones es gratuito y varios centenares de personas acudieron el lunes y el martes a D’Coque, que acoge gran parte de las competiciones en sala.

Los espectadores, eso sí, lamentaron la ausencia de grandes figuras en estos JPEE. El ciclista luxemburgués Andy Schleck, ídolo nacional, prefirió continuar con su preparación para el Tour de Francia y no estar en el equipo anfitrión.

Las selecciones de voleibol y básquetbol de Montenegro, que cuentan con jugadores en los mejores clubes de Europa, no han acudido a la cita, alegando que hubieran sido muy superiores al resto en la competición.

Fue “una decepción” para los organizadores, que sí recibieron la felicitación de Jacques Rogge por su trabajo y el buen desarrollo de un evento cuyo presupuesto asciende a 3,3 millones de euros.

“Los JPEE no siempre están tan bien organizadores”, cuenta un periodista que cubre esta competición por cuarta vez. “Hasta ahora, todo ha sido impecable. Hace cuatro años en Chipre era a veces folclórico, no era fácil llegar a los lugares de competición”, recuerda.

Los responsables luxemburgueses deberían por lo tanto poder hacer un buen balance cuando se clausure esta edición en la abadía de Neumünster y den el testigo a Islandia, que será la sede de estos ‘mini Juegos Olímpicos’ en 2015.