Al menos 27 personas murieron el martes en Irak en actos de violencia, muchos de ellos contra las fuerzas de seguridad, mientras el gabinete analizaba cómo detener la violencia que ha causado ya más de 530 muertos en el corriente mes de mayo.

Otras 50 personas, por lo menos, resultaron heridas en estas violencias que hacen temer el resurgimiento del conflicto confesional entre sunitas y chiitas que ensangrentó al país en los años 2006/2007.

El emisario de la ONU, Martin Kobler, llamó a los dirigentes iraquíes a reunirse para solucionar una crisis política que continúa y está relacionada en especial con la incapacidad de las fuerzas de seguridad para prevenir actos de violencia.

“De nuevo llamo a los líderes iraquíes a hacer todo lo posible para proteger a los civiles iraquíes. Es su responsabilidad parar ahora el baño de sangre”, dijo Kobler en comunicado.

“Es responsabilidad de los políticos actuar de inmediato e iniciar un diálogo para resolver el bloqueo político y no dejar a los terroristas beneficiarse de esas diferencias”, añadió.

Mayo ha sido el mes más sangriento en por lo menos un año. En abril, el balance de muertos ya había superado los 400, llevando a más de 960 el número de muertos entre abril y mayo.

Entre los actos de violencia de este martes figura una bomba en un autobús en un barrio chiita de Bagdad que dejó seis muertos y 30 heridos, dijeron las fuentes.

En Tarmiya, al norte de Bagdad, un camión bomba mató a cuatro, dos de ellos policías, e hirió a ocho. Una bomba en Mosul (norte) causó la muerte de un alto jefe de la inteligencia policial y heridas a otros tres uniformados. En la misma ciudad murieron cuatro policías en enfrentamientos.

En Tikrit, al norte de la capital, dos milicianos anti Al Qaida cayeron bajo las balas de varios desconocidos.

Estos actos de violencia tuvieron lugar al día siguiente de una serie de atentados que causaron 58 muertos y 187 heridos en la capital y sus alrededores.

La ola de violencia que experimenta el país desde inicios del año ocurre en medios de las tensiones confesionales, al movilizarse la minoría sunita desde hace meses para denunciar con fuerza su marginalización por parte del gobierno dirigido por los chiitas.

Mientras la violencia aumenta, el gabinete iraquí discute los “retos en materia de seguridad”, después de haber anunciado una serie de medidas tendientes a hacer cesar la violencia.

Las medidas incluyen “combatir a todo tipo de milicias”, llamar a una reunión de los poderes políticos del país para discutir los acontecimientos, suministrar apoyo no especificado a las agencias de seguridad, y advertir a los medios para que no inciten la lucha sectaria, indicó el gabinete.

Irak ya ha suspendido la licencia a 10 cadenas satelitales de televisión por incitar al sectarismo, aunque un funcionario del organismo regulador de los medios afirmó que al menos algunos de esos canales tendrán restauradas “pronto” sus licencias”.

No quedó claro cual será el impacto inmediato de las medidas en materia de seguridad, si es que hay alguno, dado que las autoridades han luchado sin éxito para reducir la violencia en el país.

Miembros de la minoría sunita, que dominó el país desde su creación después de la Primera guerra mundial hasta el derrocamiento de Saddam Hussein por las fuerzas lideradas por Estados Unidos en 2003, acusan al gobierno chiita de marginalizar y atacar a su comunidad.