Tras la última cuenta pública del presidente Sebastián Piñera, una de las situaciones más noticiosas que quedaron en la retina de los ciudadanos fue, probablemente, el discurso del Comandante de la Armada, el Almirante Edmundo González. Una vez concluido, muchos han sugerido que preste declaración por los errores y omisiones de la alerta del tsunami en 2010.

El Almirante González señaló dos cosas en su intervención; una bastante política, ya que alegó que a las Fuerzas Armadas se le han quitado atribuciones que tenían para situaciones de catástrofe, y que incluso fueron reemplazadas por otras instituciones, y que bajo esos cambios se les acotó su libertad de acción e iniciativa. Al Almirante González hay que decirle que así es la vida, o más bien, así es la democracia.

El poder civil recorta o amplía las funciones de las Fuerzas Armadas, y a ellas sólo les queda callarse la boca, al menos en público. Además, el Almirante González dijo que asumía toda la responsabilidad, pero afirmó que se siente en paz. Yo no sé si la ciudadana puede sentirse en paz respecto a cómo actuará la Armada en una próxima catástrofe.

Por su parte, la Concertación señaló que al asumir González toda la responsabilidad, quedan ellos, los mandos políticos, particularmente Michelle Bachelet, liberados de toda responsabilidad. El oficialismo, de la derecha, opina que el gesto del Almirante de asumir su responsabilidad, debería empujar a otra a hacer lo mismo, aludiendo a la ex mandataria.

Si el Gobierno tuvo en algún momento la convicción de que había una responsabilidad política o no del Almirante González, debió haberle pedido la renuncia al cargo, pero parece que hay una suerte de inhibición de las autoridades civiles de hacer esa prerrogativa.

Revisa a continuación el comentario de Nibaldo Mosciatti.