Son algunos de los rostros más conocidos de la televisión chilena. Conducen noticiarios, programas de concursos o actúan en teleseries. Ganan sueldos que ascienden a varios millones mensuales, pero una figura legal les permite pagar menos impuestos que un simple empleado de oficina. Y de paso, dan luz verde para que los grandes canales de televisión se ahorren cifras aún más abultadas en obligaciones laborales.

No se trata de una situación nueva. De hecho los primeros antecedentes datan de la década de los 90, pero sus implicancias sólo comenzaron a ser analizadas por la Dirección del Trabajo en 2010, a raíz de numerosas denuncias y juicios laborales.

¿Cómo funciona? Al igual que las situaciones detectadas anteriormente con abogados, médicos, dentistas y otros profesionales independientes de altos ingresos, los rostros televisivos forman empresas individuales de responsabilidad limitada (EIRL), mediante la cual establecen una relación de prestación de servicios con sus canales, en vez de ser reconocidos como empleados.

La fórmula es conveniente: los rostros sólo pagan un 20% de sus ingresos como capital de empresa, en vez del tope de hasta 40% que podrían cancelar como trabajadores contratados. Más aún, cada compra que realizan en supermercados, comidas en restaurantes, vacaciones familiares en hoteles e incluso la compra de un auto nuevo se puede cargar como gasto de la empresa, recortando impuestos al punto de no tener que cancelar nada.

Para los canales de televisión también es buen negocio. Al contar con el profesional como empresa en vez de empleado, pueden reducir hasta en 20% los montos que deberían cancelar al fisco por concepto de obligaciones previsionales y tributarias, sin mencionar el pago de indemnización en caso de despido.

¿DE QUÉ CIFRAS ESTAMOS HABLANDO?

Para ilustrar mejor el caso, Ciper Chile realizó una simulación considerando un empleado televisivo de nivel “medio”, cuyo sueldo sea de 1.875.000 pesos mensuales ($22.500.000 al año). Mientras como empleado estaría en la obligación de cancelar 850.000 pesos al término del año fiscal, como empresa sólo deberá pagar 162.000 pesos al año.

La muestra del ahorro que significa para los canales llega de la mano de la demanda que los actores Álvaro Espinoza y José Soza ganaron contra TVN, donde los tribunales ordenaron al canal estatal el pago de 40 millones de pesos a cada uno por concepto de derechos sociales e indemnizaciones impagas.

Y esto sin considerar los impuestos que dejó de percibir el fisco en ambos casos.

Según la actriz Esperanza Silva, presidenta de la Corporación Chile Actores, la fórmula de la constitución de empresa se ha convertido en una obligación impuesta por los canales.

“Los canales imponen esta forma de contratarnos por medio de empresas simuladas; si no aceptamos, nos quedamos sin trabajo. Eso es abusar de la dependencia… Existen políticas del terror hacia todo el mundo que trabaja en lo audiovisual para que no demos a conocer esta modalidad pues, de lo contrario, se les exilia y se les coarta el derecho a trabajar”, relató a Ciper Chile.

Evidencia de ello es un correo al que tuvo acceso el medio investigativo, donde Patricio López, productor ejecutivo del Área Dramática de TVN, ofrece a un actor asociado a Chile Actores 1.000.000 de pesos más IVA mensual para trabajar en una teleserie, donde lo conmina a formar una EIRL ya que -explica- no es posible cobrar usando boletas y que debe asesorarse con un contador.

Sin embargo no todos los “rostros” reciben los mismos beneficios. Tras una inspección al canal Chilevisión, la Dirección del Trabajo detectó 2 tipos de figuras televisivas: los menores, como los que hacían el programa juvenil Yingo (entre ellos Karol Lucero Venegas, Faloon Larraguibel López y Yamna Lobos Astorga), quienes se mantenían boleteando durante meses; y los rostros mayores, que conducen programas estelares o periodísticos, quienes tenían una relación de “empresas” con el canal.

LA VERSIÓN DE LOS CANALES

Ante las consultas de Ciper Chile, las respuestas de los canales resultaron diversas. En Canal 13, el ex ministro de Hacienda y actual presidente de su Directorio, Nicolás Eyzaguirre, afirmó que cuando un rostro tiene contrato como sociedad “se debe principalmente a que éste tiene contrato con varios empleadores: con una multitienda, una radio… Y él nos ofrece sus servicios, pero además debe contratar a otros profesionales, desde un contador, productor o secretaria”, recalcando que a nadie se le fuerza a establecer esta figura legal.

Por su parte, Chilevisión explicó que “la relación entre los artistas y el Canal es de prestación de servicios, sin subordinación y dependencia. El artista presta sus servicios de manera más bien libre según su experiencia y conocimientos, sin un formato estricto de órdenes o instrucciones. A su vez, se trata de servicios esporádicos que no están sujetos a una jornada laboral ni a una obligación de asistencia que es propia de los trabajadores del Canal, salvo cuando son citados a grabar”.

Esta versión se contrapone con lo detectado por la Dirección del Trabajo, la cual estableció que “en todos los casos, se constató que la prestación de servicios por parte de los mencionados rostros se da bajo los elementos del vínculo de subordinación y dependencia, lo que hace suponer la existencia de una relación laboral en los términos previstos en el Código del Trabajo”.

En el caso de MEGA y La Red, si bien no se detectaron estos llamados “contratos civiles”, sí multaron en 2010 a ambas casas televisivas por tener empleados sin contrato de trabajo recibiendo honorarios por largo tiempo, que en el caso de La Red afectaba incluso a mujeres embarazadas.

El sindicato Chile Actores sin embargo, ha denunciado que en la actualidad ambas estaciones también trabajan estableciendo vínculos “empresariales” con sus figuras.

“Toda la industria se sostiene sobre el abuso. Hay algunos cableros y camarógrafos a quienes los contratan por la mañana y los despiden por la noche, en forma diaria. Es indigno lo que ocurre”, denunció Esperanza Silva.

Por su parte, una fuente de la Dirección del Trabajo consultada por Ciper Chile fue aún más lapidaria:

“Yo quedé con la imagen de que esto era como entrar a Colonia Dignidad, pues los canales fijan sus propias normas. La informalidad laboral es tremendamente alta. En el caso de los rostros, verificamos que cumplían un horario, que asistían a pautas y recibían instrucciones de un productor y de un director, por lo que se cumplen todos los requisitos de subordinación y dependencia”.

En tanto, un ex dirigente sindical de Canal 13 ironizó sobre la forma en que la otrora estación católica administra su planilla: “En este canal ya no hay trabajadores, hay colaboradores y emprendedores. Los colaboradores son los que boletean; los emprendedores son los que simulan ser empresas”, sentenció.

Lee la investigación completa en el sitio web de Ciper Chile