Tres años y casi tres meses han transcurrido desde el terremoto que afectó a la zona centro y sur de nuestro país. Sin embargo, hasta la fecha, las autoridades de Gobierno aún no entregan solución a la única familia que perdió su casa debido al sismo en la Región de los Lagos.

Los argumentos han sido muchos, las reuniones más que suficientes, pero todavía no obtienen una respuesta concreta. Desde el Gobernador de la Provincia de Osorno, Rodrigo Kauak, pasando por el diputado UDI por la misma zona, Javier Hernández, y el ex Intendente, Juan Sebastián Montes, además del equipo del Serviu, conocen el drama de los cuatro integrantes de esta familia sampablina, compuesta por un adulto mayor con cáncer, una mujer y sus dos hijos, quienes gracias al aporte de privados y agrupaciones sociales, pudieron levantar una mediagua.

Aunque para María Luisa Valderas esto es una “verdadera burla por parte de la autoridades locales”, los encargados del municipio han intentando revertir la situación, afirmando que la construcción se desmoronó debido a la invasión de termitas, “argumento” que han utilizado para justificar el no prestar ayuda hacia la familia, señalando que ni siquiera califican como prioritarios al no estar en una zona de catástrofe.

Para esta familia el Gobierno se contradice al vanagloriarse de liderar a pasos agigantados la reconstrucción en las zonas mas afectadas.

Valderas aseguró que ha cumplido con cada una de la diligencias que le han solicitado en pos de una solución, incluso, el actual intendente Jaime Brahm, aseguró que encontraba injusto el que no se le ayudara e indicó que se analizarían los informes técnicos para una eventual respuesta.

Por su parte, la única damnificada como consecuencia del terremoto de 2010, asegura que la casa no estaba en el suelo antes del movimiento telúrico y que nunca fue incluida en el informe alfa, a pesar de la destrucción.

Finalmente, María Luisa Valderas manifestó que ya no confía en las autoridades locales, las mismas que han revisado su caso una y otra vez y que se muestran indolentes ante un drama que dejó sin casa a cuatro personas en San Pablo. Nunca pensaron que por un temblor que superó los seis grados lo perderían todo, y hoy estarían como albergados. Saben que sin voluntad política y eficiencia, su proyecto de vida se derrumba al igual como lo hizo su hogar.