Ariel Castro, procesado por el secuestro y violación de tres mujeres en su casa de Cleveland, Ohio, durante una década, es el padre de la niña nacida en cautiverio, anunciaron el viernes autoridades de ese estado del norte de Estados Unidos, tras realizar una prueba de ADN.

“Castro es el padre de la niña de seis años nacida en cautiverio (e hija) de una de las víctimas”, Amanda Berry, dijo el fiscal general de Ohio, Mike DeWine, en un comunicado.

La niña, Jocelyn, su madre Berry, Gina DeJesus y Michelle Knight, fueron rescatadas la noche del lunes de la casa de Castro, gracias a la ayuda de un vecino.

“La oficina de asuntos criminales (…) recibió una muestra del ADN de Castro en la noche del jueves y los forenses trabajaron toda la noche para confirmar que era el padre” de la niña de seis años, agregó DeWine.

Castro, un desempleado exconductor de autobuses de 52 años y origen puertorriqueño, fue inculpado el miércoles de violación y cuatro secuestros, el de las tres jóvenes y la pequeña niña. Permanece detenido luego de que un tribunal le fijara una fianza de ocho millones de dólares.

El fiscal Timothy McGinty advirtió el jueves que podría pedir la pena de muerte contra Castro por haber interrumpido embarazos de las tres mujeres.

Knight se convirtió este viernes en la última de las víctimas en ser dada de alta de un hospital.

Una portavoz del hospital de Cleveland confirmó a la AFP que Knight salió de ese centro médico, sin ofrecer otros detalles.

La mujer de 32 años “está con buen ánimo y quiere que la comunidad sepa que está muy agradecida por la profusión de flores y regalos” que le han llegado, dijo el hospital en un comunicado colocado en sus cuentas de Facebook y Twitter.

La joven está agradecida por los gestos de solidaridad pero “le pide a todo el mundo que por favor continúe respetando su privacidad”, indicó el comunicado.

UN FILME DE TERROR

Mientras las tres mujeres intentaban empezar a volver a la normalidad, la hija mayor de Ariel Castro dijo el viernes que vive en “un filme de terror”.

“Es como un filme de terror. Como mirar una película mala en la que somos los protagonistas, sin sospechar nada de lo que pasa”, explicó Angie Gregg a la cadena CNN.

“Todas esas cosas extrañas que me llamaron la atención en los últimos años, como mantener su casa cuidadosamente cerrada, incluso algunos lugares de la casa, o que cuando cenábamos en lo de mi abuela salía por una hora y volvía sin dar explicaciones, todo eso ahora tiene sentido”, cuenta la joven, agregando que su padre “nunca quería dejar la casa por más de un día”.

Gregg contó que hace dos meses, su padre le mostró una foto de una niña pequeña en su celular. “Mira que bella, es la hija de una de mis amigas”, le dijo. “Yo le dije: ‘papá esta pequeña se parece a Emily, mi hermanita’ y el me contestó: ‘no, no es hija mía, es la hija de una de mis amigas con otra persona’”.

“No quiero verlo nunca más”, afirmó. “Nosotros no tenemos sangre de monstruo en nuestras venas”, agregó.

Cuando aún quedan interrogantes por responder sobre estos horrendos hechos, psicólogos consultados por la AFP explicaron que las víctimas de violencia prolongada con frecuencia se ponen en “piloto automático” para sobrevivir.

En este “tipo de situación extrema, prolongada, con frecuencia estas personas pueden sobrevivir desconectándose de su entorno inmediato, encerrándose psicológicamente e incluso desde el punto de vista sensorial”, afirmó Steven Gold, responsable de investigación en la Nova Southeastern University de Florida (sureste de EEUU).

“La mente humana tiene una capacidad de adaptación increíble”, afirmó por su parte Elaine Ducharme, psicóloga especializada en violencia sexual en Glastonbury (Connecticut, noreste), “el instinto de sobrevivencia lo tenemos programado”.