Contra lo que muchos esperaban, esta semana el Papa Francisco hizo uso de la palabra con un claro vozarrón de zurda y con mucha emoción, hablando de los 400 trabajadores aplastados por un derrumbe en Bangladesh. Al respecto, el pontífice dijo que ellos habían sido víctimas de esclavitud, mas aún dijo que eran esclavos de empresas que no respetan el ser humano y que solo respetan los números de sus balances, es decir, empresas que actúan en contra de Dios.

Además, mencionó que las victimas eran en su mayoría mujeres y niños, más algunos hombres que trabajaban por un salario de 20 dólares mensuales, menos de 20 mil pesos chilenos al mes.

Según el máximo jefe de la Iglesia Católica, en Bangladesh hay unas 4 mil fabricas de ropa y accesorios de grandes y carísimas marcas y de grandes empresas, como GAP, Benetton y la Walt Disney. A esas empresas, el Papa las señaló como “un capitalismo vacío de conciencia”.

En ese país, Walt Disney decidió cerrar sus talleres luego que se produjera un incendio que dejó 122 obreritos muertos que ganaban un dólar y medio al día, menos de 700 pesos chilenos, a pesar que la empresa tiene ganancias de más de 40 mil millones de dólares al año.

Después de Bangladesh, la encantadora Walt Disney se trasladó a Pakistán, donde al poco tiempo -en septiembre pasado- en otro incendio murieron quemados 262 obreritos y obreritas del rubro vestuario.

Se entiende que a su santidad le saliera un chisporroteo de bronca, a lo que se suma una semana donde la bronca ha estado asomándose en la conciencia pública. De hecho en un importante periódico de EEUU, un columnista se preguntó “¿estará bien o estará mal que uno se enoje contra Dios?”

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