El juicio contra varios neonazis acusados de diez asesinatos, uno de los procesos más importantes por crímenes racistas en Alemania desde el final de la Segunda Guerra Mundial, empezó este lunes en Múnich.

La principal acusada y única superviviente del grupo neonazi, Beate Zschape, de 38 años, nacida en Alemania del Este, se presentó ante el tribunal vestida con un traje con pantalón negro y una camisa blanca, cuidadosamente peinada y con grandes pendientes de plata.

El juicio arrancó con cerca de 30 minutos de retraso, a las 08H30 GMT.

Zschape, acusada de haber participado en diez asesinatos en varios lugares de Alemania entre 2000 y 2007, nueve de ellos de carácter racista, apareció sonriente y relajada ante las cámaras de televisión.

Permaneció varios minutos de pie, con los brazos cruzados, dándole la espalda al público y a las cámaras de televisión, rodeada de policías en la sala del tribunal.

Junto a Zschape, pasible de una larga pena de cárcel, comparecen cuatro personas más, acusadas de complicidad y de haber aportado un apoyo logístico a la acusada.

Zschape se hizo célebre el 8 de noviembre de 2011 cuando tras una fuga de cuatro días a través de toda Alemania se entregó a la policía.

Los dos cómplices de la mujer, Uwe Bohnhardt (34 años) y Uwe Mundlos (38), los presuntos asesinos, se suicidaron en una autocaravana el 4 de noviembre de 2011, cuando estaban a punto de ser capturados por la policía después del asalto de un banco.

13 años de clandestinidad

La militante neonazi vivió en la clandestinidad durante trece años y está acusada de nueve asesinatos racistas, de la muerte de una mujer policía en 2007, de dos atentados contra comunidades extranjeras y del asalto de 15 bancos.

Frente a Zschape se encuentran 70 demandantes, principalmente familiares de las víctimas, que quieren saber por qué sus familiares fueron asesinados y por qué la policía cometió tantos errores durante la investigación.

“¡Justicia!” titulaba en la primera plana el diario Abendzeitung de Múnich junto a las fotos de las diez víctimas del trío neonazi, Clandestinidad Nacional Socialista (NSU).

Los abogados de las partes civiles desean que el juicio permita esclarecer al máximo las circunstancias de los asesinatos.

A pesar de que la mayoría de las víctimas eran comerciantes turcos o descendientes de turcos, la policía nunca exploró la pista xenófoba.

Los servicios de inteligencia, que disponen de numerosos “chivatos” en los grupos neonazis, también están acusados de negligencia e, incluso, de racismo.

Antes de que concluyera la investigación se destruyeron documentos importantes, lo que llevó a que se formara una comisión de investigación parlamentaria sobre los errores de la investigación.

A finales de abril, Alemania pidió disculpas en la ONU por los errores cometidos durante la investigación.

Antes del inicio del juicio, la canciller alemana Angela Merkel, que el año pasado había manifestado la “vergüenza” de Alemania por esos crímenes, declaró en el diario turco Hurriyet que los asesinatos iban a ser completamente esclarecidos.

El tribunal tendrá que encontrar una respuesta a la pregunta que obsesiona a Alemania desde la revelación del caso: ¿Cómo tres neonazis en el punto de mira de los servicios de inteligencia desde finales de los años 1990 pudieron vivir tanto tiempo en la clandestinidad?

Los hijos de Enver Simsek, asesinado en el año 2000 en su florería, denunciaron a través de su abogado cierta indiferencia de los políticos por los crímenes de la ultraderecha, activa sobre todo en lo antigua República Democrática Alemana (RDA) antes de le reunificación de Alemania.

“¿Se debe a que eso sólo afecta a una franja frágil de la población, a los inmigrantes?”, se preguntaron los hijos de Simsek la víspera del juicio.

“La cabeza del Estado debe reaccionar frente a ese peligro y no dejar la responsabilidad solamente en manos de la justicia”, dijeron Semiya y Kerim Simsek.

Uno de los abogados de Beate Zschape adelantó que su cliente no va a hablar de los hechos que se le incriminan.