La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, negó este lunes la posibilidad de que haya una devaluación en Argentina, en momentos en que existe una fuerte tensión cambiaria y el dólar informal aumenta su brecha con el oficial y se acerca a la barrera psicológica de los 10 pesos.

“Mientras yo sea presidenta, los que pretenden ganar plata a costa de devaluaciones que tenga que pagar el pueblo van a tener que esperar a otro gobierno, porque no será con nosotros”, afirmó la mandataria.

En un acto en la Casa de Gobierno en el que anunció incentivos a la producción de trigo, Kirchner recordó las malas experiencias que tuvo el país con procesos devaluatorios e insistió en que su gobierno “privilegia la producción, la reindustrialización y la generación de trabajo”.

Para la mandataria, “hay grupos muy pequeños que impulsan cosas que significan grandes transferencias de ingresos” y que vienen “lucrando con el hambre y la desindustrialización del país”.

El gobierno impuso en los últimos años restricciones a la compra y venta de dólares para atesoramiento y ello disparó la demanda en el mercado informal.

La viernes pasado el llamado dólar ‘blue’ tocó la barrera psicológica de los 10 pesos para cerrar a 9,88 por dólar, lo que significó una brecha con la cotización oficial del 91,1%.

“Nadie espere de este gobierno medidas diferentes o contradictorias con el corazón mismo del modelo”, dijo la mandataria.

Consideró que muchos exministros de Economía, economistas y analistas que fueron responsables de las crisis del pasado ahora hablan de devaluación “para asustar a la gente” y vinculó este clima con las elecciones legislativas de medio término de octubre.

“Es típico de cada elección”, dijo la presidenta y ratificó el rumbo económico de “crecimiento con inclusión social” que comenzó en 2003 con la llegada al poder de su fallecido esposo y antecesor Néstor Kirchner.

Analistas financieros críticos con la política económica polemizan a diario con sus colegas cercanos al Gobierno, al afirmar que la escalada cambiaria es el reflejo de severos desajustes en la economía y de una crisis de confianza.