La violación de una estudiante estadounidense en un minibús en Río de Janeiro (sureste) y el asesinato de dos adolescentes por presuntos policías en Sao Paulo despiertan inquietud sobre la seguridad en Brasil, que acogerá a millones de turistas en las Jornadas Mundiales de la Juventud y Mundial 2014, y los Juegos Olímpicos de 2016 entre otros eventos.

La estudiante, de 21 años, y su novio francés, de 23, tomaron el minibús en el turístico barrio de Copacabana (zona sur) poco después de la medianoche, con destino al barrio bohemio de Lapa (centro). Pero tres hombres, entre ellos el chofer del vehículo, los secuestraron y golpearon durante seis horas, además de robarlos y violar a la joven.

“Nadie espera ser atacado en un parque Disney. Copacabana es nuestro parque Disney. Esto enciende la alarma”, deploró el presidente de la Asociación de Hoteles de Río, Alfredo Lopes, citado por la prensa local.

Esta violación y su repercusión internacional -es comparado con el caso de la joven violada por seis hombres en un autobús en India y que luego murió a raíz de sus heridas- infligen un duro revés a la ciudad, que recibirá la Copa Confederaciones de fútbol en junio, las JMJ lideradas por el papa Francisco en julio, la final del Mundial de fútbol en 2014 y los Juegos Olímpicos en 2016.

“La preocupación con la seguridad de brasileños y extranjeros aquí existe, pero especialmente durante los grandes eventos habrá un aparato de seguridad muy grande”, dijo a la AFP Alexandre Braga, jefe de la Comisaría de Apoyo al Turista de Río, a cargo de la investigación sobre la violación, que ya detuvo a los tres sospechosos.

Los expertos aseguran que fue un hecho aislado.

“Esto fue abominable pero no es algo que ocurra de manera rutinaria en Rio de Janeiro. Es injusto presentarlo como algo que ocurre en serie”, dijo a la AFP el secretario de Seguridad de Río, José Mariano Beltrame.

“Una violación tan brutal forma parte de los crímenes de gran repercusión en la prensa pero después son olvidados. No es algo corriente y que ocurra de forma repetida como en India”, sostuvo Augusto Rodrigues, experto en violencia de la Universidad estatal de Río.

“Es un hecho aislado, que no debe servir de parámetro para medir la violencia”, dijo por su lado Michel Misse, de la Universidad UFRJ.

Hace poco más de un año, una niña de 12 años también fue violada en un bus del transporte público de Río que circulaba por el Jardín Botánico, un barrio de clase media-alta, pero el caso no tuvo repercusión internacional.

Interrogados sobre el alza de 24% en las violaciones en Río de 2011 a 2012 (de 4.871 casos a 6.029), ambos expertos indicaron que es porque las mujeres hacen más denuncias que antes, gracias a la creación de comisarías de mujeres.

Para los expertos, la seguridad en Rio nunca fue tan buena en los últimos 30 años, aunque la criminalidad sigue siendo muy superior a las normas europeas, estadounidenses y hasta sudamericanas. Si Río fuera una capital, sólo Caracas sería más violenta en Sudamérica.

En 2010, la tasa de homicidios en Brasil fue de 21 cada 100.000 habitantes, en el 11º lugar mundial, contra 26,7 diez años antes, según cifras de la ONU.

En Sao Paulo, la tasa de homicidios que era de cerca de 60 cada 100.000 habitantes en los años 2000 “cayó a 13, una tasa razonable”, subrayó Misse.

En Río, donde las autoridades han reconquistado en los últimos años decenas de favelas de manos de narcotraficantes y milicias parapoliciales, la tasa de homicidios pasó de 40,1 cada 100.000 habitantes en 2007 a 24,6% en 2012, según Beltrame.

“Aún es muy mala pero cayó bastante”, destacó.

En Sao Paulo, cámaras de seguridad filmaron recientemente el asesinato de dos adolescentes por parte de dos hombres armados que llegaron en moto, mientras ocho policías en coches vigilaban la escena a 50 metros sin intervenir.

Los policías fueron detenidos el lunes y las autoridades investigan el caso, denunciado el domingo en un programa de televisión de la cadena Globo local.

“La policía en Brasil tiene un perfil represivo, autoritario y arbitrario sobre todo con poblaciones pobres”, dijo a la AFP Camila Dias, de la Universidad de Sao Paulo (USP).

“Lo que sucedió a estos jóvenes que fueron asesinados no es nuevo”, agregó.

Pero es necesario tiempo para cambiar la mentalidad de una policía marcada por 21 años de dictadura militar (1964-85).