Tras su ovacionado debut como Titular de la Orquesta Filarmónica de Santiago en el primer concierto de la Temporada 2013, el maestro ruso Konstantin Chudovsky volvió a destacar al frente de la agrupación, en un programa que se interpretó en dos oportunidades, con obra de los célebres compositores Beethoven, Haydn y Mendelssohn, todos ellos importantes representantes de la música clásica.

En esta ocasión, la Filarmónica ejecutó con gran brillo bajo la conducción de Chudovsky, la Sinfonía n°4 en la mayor, Op. 90, conocida como “Italiana” pues Felix Mendelssohn se inspiró, entre otras cosas, en una procesión religiosa y una tarantela que vio bailar en Nápoles y un saltarelo que conoció en un festival romano. Se estrenó en 1833, pero fue publicada después de su muerte; Mendelssohn nunca quiso hacerlo antes, porque no quedó conforme con ella.

De los cuatro movimientos de esta sinfonía, sin duda que el primero es el más motivador, un Allegro Vivace, que representa la alegría de vivir y rinde homenaje a Italia y en el cual la Filarmónica lució plenamente, la calidad técnica, de sus cuatro familias de instrumentos.

La programación se inició con la Obertura Leonora n°3, Op. 72b (1805), de Ludwig van Beethoven, la cual, por su gran dramatismo e ideas musicales, es la más grandiosa y conocida de las cuatro oberturas que el genio de Bonn escribió para su única ópera, Fidelio y que fue muy bien interpretada en sus cortos 15 minutos..

Vino, a continuación, toda una sorpresa, en la que el joven director europeo y sus músicos protagonizaron la original Sinfonía n° 45, conocida como “De los adioses”, de Joseph Haydn. Esta comienza con más de 50 músicos sobre el escenario, pero luego de 25 minutos de música, sólo quedan dos violines entonando la melodía con que terminó su obra el gran compositor austríaco, que la escribió como sutil protesta contra los integrantes de la noble familia Esterházy, sus mecenas. Esto porque ellos habían alargado la estadía de la orquesta en el campo, aplazando su merecido descanso.

Con el tiempo, el abandono gradual de la escena de parte de los músicos ha quedado al arbitrio de cada director musical. Aquí en el escenario del Municipal de Santiago, Chudovsky y sus músicos mostraron además de su capacidad de ejecutantes, un notable sentido de la teatralidad y del humor.