A estas alturas llega a dar risa seguir hablando de profecías, pero las religiones bíblicas se toman las profecías muy en serio. La astróloga argentina Alicia Contursi dice algo interesante para reflexionar al respecto, tras asegurar que éstas sólo se toman en serio después que se han cumplido. Y en el caso del reciente electo Papa Francisco, claramente se estaría cumpliendo lo vaticinado por Nostradamus.

Según él, al final del siglo XX y comienzos del XXI, caerán sobre la gente cepas de nuevas enfermedades y plagas, habrá grandes cambios climáticos con tempestades y otras calamidades destructoras, los poderosos lanzarán cruentas guerras para apoderarse del oro negro -o sea del petróleo-, y finalmente la humanidad desembocará en una guerra brutal y generalizada, que se definirá en la gran batalla de Armagedón.

En estos tiempos finales, el gran rey de la cristiandad será negro, soberano que es el Papa, el vicario de Cristo, obispo de Roma, heredero directo de San Pedro y monarca absoluto del Vaticano, el reino soberano en el corazón mísitico de Roma, libre y por encima de cualquier tribunal de justicia y del alcance de cualquier policía investigadora.

Después de este papa y la guerra que vendrá siguiéndonos los pasos, lo que nos espera -según la profecía-, es simplemente el apocalipsis. Y usted ya sabe que significa eso, pero ahora se ha dado que por primera vez en la historia un cura jesuita es elevado al trono de San Pedro. El Papa negro, según el decir tradicional del Vaticano, pues así se le decía al general en jefe de los jesuitas, y ahora el jesuita Jorge Mario Bergoglio se mostró ante la multitud exhibiendo una impresionante cruz negra sobre su pecho.

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