Luego de 25 horas de encierro, finalmente salió humo blanco de El Vaticano, ya que los cardenales que participaron del cónclave eligieron al papa 266 de la Iglesia Católica.

El acuerdo se logró tras cinco votaciones, debido a que en los escrutinios previos no se logró la mayoría requerida para nombrar a la máxima autoridad de El Vaticano.

Ahora queda el proceso de investidura, el cual se desarrollará de acuerdo a un protocolo establecido que deberá ser realizado al pie de la letra.

El nuevo papa primero deberá elegir un nombre para el periodo en que se desempeñe como cabeza de la iglesia, así como alguna vez lo hizo Karol Wojtyła (Juan Pablo II) o Joseph Ratzinger (Benedicto XVI), pudiendo elegir entre santos u otros papas anteriores, a los cuales sucedería numéricamente.

Luego deberá rezar en el altar y regresar a la Capilla Sixtina, donde se realizará la ceremonia de adoración en que los cardenales besan pies y manos del papa como señal de respeto y obediencia.

En breve, el cardenal protodiácono, el francés Jean Louis Tauran, proclamará desde el balcón de la Basílica de San Pedro la famosa frase en latín “Anuntio vobis gaudium, habemus Papam” (Os anuncio una gran alegría, tenemos Papa), con la que se revela al mundo el nombre del nuevo líder de 1.200 millones de católicos.

Finalmente el recién elegido se asomará entonces para impartir su primera bendición “urbi et orbi” (a la ciudad y al mundo) vestido por primera vez con la sotana blanca papal, para luego dar paso a las campanas de la Basílica de San Pedro, que sonarán para dar paso a las campanas de las iglesias católicas del mundo.

Cabe recalcar que durante la hora que separa su elección de su presentación pasará a la llamada “Sala de las lágrimas”, donde los elegidos suelen llorar allí en relativa intimidad, ante la magnitud de la responsabilidad que acaban de asumir.