“Cada día solemos capturar decenas de tiburones. Cortamos la cabeza y las aletas, y vendemos todo en los mercados locales”, cuenta orgulloso el capitán Warsito, mientras saca su cargamento en Benoa, el principal puerto de la isla indonesia de Bali.

Una vez en tierra, las aletas, que en general terminan en el mercado chino, se venden entre 15 y 50 dólares la unidad, ya que en los restaurantes de Hong Kong, el bol de sopa de aleta de tiburón, es un plato muy preciado y al mismo tiempo, un símbolo de éxito social, por lo que puede costar más de cien dólares.

“No salimos al mar sólo por los tiburones. También pescamos atún y pez aguja. Pero encontrar tiburones es un buen negocio. Las aletas se venden muy bien y la carne también”, explica Warsito.

Los humanos matan cada año a unos cien millones de tiburones en todo el mundo, según una estimación de la agencia de la ONU para la alimentación y la agricultura, la FAO. En un siglo, el 90% de la población de este animal ha desaparecido, según la agencia.

Por sus aguas ricas en peces y su cercanía con China, Indonesia se ha convertido en el primer exportador mundial de tiburones.

En el archipiélago se pescan más de 100 mil toneladas de tiburones al año, de un valor de más de diez millones de dólares, según la media establecida por la FAO en base a las capturas efectuadas entre el año 2000 y el 2010.

La amenaza es tal, que cada vez hay más presión para incluir la protección de los tiburones en el orden del día de la próxima Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES), que comienza el lunes en Bangkok.

“Los tiburones, predadores situados en lo alto de la cadena, permiten preservar el ecosistema marino, y son muy importantes porque la salud de la pesca depende de ellos, y por tanto las comunidades”, explica Tiene Gunawan, directora de la ONG Conservation International Indonesia.

La organización exige un cese total de la pesca de tiburones en países como Indonesia, y no sólo una prohibición limitada a cinco especies, tal y como se está estudiando.

La sobrepesca ya está dejando cicatrices en el ecosistema indonesio, según Tiene Gunawan, que pone como ejemplo las islas de Raja Ampat, en el oeste de la región indonesia de Papúa.

“Estimamos que la caída de la población de tiburones ha provocado un exceso de ciertas especies de peces, así como un crecimiento demasiado elevado de algas”, explica.

En reacción a estas señales inquietantes, las autoridades locales de Raja Ampat prohibieron la pesca de tiburones en 2010.

La semana pasada se inauguró en la misma región la primera reserva para tiburones y rayas, que además es la primera en el famoso “triángulo de coral”, una zona gigantesca del océano Pacífico que bordea Malasia, Indonesia, Filipinas y las islas Salomón. En ella hay la mayor biodiversidad marina del mundo.