La producción de un festival musical de las características de Viña del Mar, con 6 noches de transmisión televisiva y puesta en escena ininterrumpida por cerca de 4 horas, requiere de una sofisticación mayor cada año, tomando en cuenta las necesidades del mercado artístico y también de los propios cantantes, protagonistas del evento.

Este año, la nueva versión del tradicional espacio veraniego confirmó la presencia de 16 solistas y/o bandas, los cuales han estado acompañados por 5 números humorísticos y las cada vez menos esperadas competencias Internacional y Folklórica.

En este contexto, los realizadores de Viña no sólo se ven en la obligación de gestionar los aspectos puramente económicos de los participantes, sino que también los caprichos de éstos, con los respectivos elementos adjuntos a sus presentaciones que, incluso, muchas veces forman parte de los contratos.

Tarea titánica la anterior si se considera que algunos cantantes no escatiman en gastos a la hora de demandar regalías durante su paso por la ciudad jardín. No sólo piden comida, reservaciones y tours… la exclusividad parece ser el bien más preciado entre los músicos.

¿Te acuerdas qué exigió Charly García en Viña 2003, el líder de Simply Red en 2009 o Juan Gabriel allá por 2002? A continuación, desde BioBioChile te mostramos un recuento de las demandas más curiosas de los artistas que han pasado por nuestro festival internacional.

Los “marqueros”

Chayanne, en su participación de 2003, fue trasladado desde Santiago a Viña del mar en un Mercedes Benz negro, por petición expresa del propio puertorriqueño.

Los mexicanos de Molotov en 2002 solicitaron tener en su camarín 2 botellas de whisky, una de tequila marca José Cuervo Centenario, 20 cervezas Corona y Heineken, además de bebidas energizantes Red Bull.

El también azteca Luis Miguel se lució en su aparición del año pasado arriba del escenario y fuera de él, donde hizo noticia por la gran cantidad de requerimientos. Según Chilevisión, estos fueron sus “antojos”: un total de 18 toallas blancas, 12 botellas de agua de una marca exclusiva, 6 botellas de agua vitaminizada, platos de fruta, quesos artesanales, nueces y semillas, diferentes tipos de té, 4 tazas de porcelana, un café de calidad, un cooler con hielo limpio y un programador de televisión y sonidista propio.

Los “viajeros”

En cambio, otros artistas prefieren aprovechar su paso por la Quinta Región para distraerse, tal como sucedió en 2009 con el líder de Simply Red, Mick Hucknall, quien añoraba conocer Isla Negra y dedicarse a jugar golf.

El colombiano Juanes pidió algo parecido: una tranquila cena luego de su presentación en un local porteño.

Fito Páez, tras subirse al escenario en 2002, fue a comer al restaurante Portofino en Valparaíso. Es probable que una vez finalizada la ingesta de mariscos se haya dejado caer en su camilla para masajes, que pidió tener en su habitación.

Los “exquisitos”

La comida campea entre las predilecciones de los artistas, algunos de los cuales prefieren continuar sus dietas en su estadía en Chile, renegando de las bondades de la cocina criolla.

Así sucedió con Soraya en 2002. La cantautora colombiana se inclinó por los tomates verdes y la comida macrobiótica.

Christian Castro el mismo año decidió probar los mariscos chilenos, además de fruta fresca, agua mineral importada, vino nacional y leche tibia.

El bachatero Prince Royce el pasado festival exigió tazas de cerámica para tomar té, bebidas energéticas, pero dietéticas, jugo de naranja, arándanos y manzana.

Los “extravagantes”

Charly García en la versión 2003 se robó la atención cuando se supo que había solicitado el último camarín disponible, que lo pintaran totalmente de negro y que en él se encontrara un espejo gigante.

Un año antes, Juan Gabriel remarcó la necesidad de contar con 3 rosas rojas en su camarín y en el escenario mientras durase su presentación.

Los “humildes”

En esta categoría priman los nacionales. Sin grandes caprichos, los artistas chilenos figuran como los menos costosos de la plantilla final de la cita.

La Ley hace casi 11 años sólo pidió empanadas antes de ofrecer su show. Los Bunkers en 2012, algo similar: Pizza, cigarros y agua mineral, más un hervidor eléctrico.

¿Crees que exageran los artistas con estas peticiones o están en su legítimo derecho? El público tiene la palabra.

Fuentes de la época: La Nación, El Mercurio de Valparaíso, Chilevisión y Emol.