Las grandes potencias industrializadas y emergentes del G20 intentarán este sábado en Moscú alejar la amenaza de una “guerra de divisas” y adaptar la doctrina del rigor fiscal a una recuperación mundial renqueante a causa de la recesión en la Eurozona.

“El mundo no debería volver a cometer el error de utilizar las divisas como instrumento de guerra económica”, declaró el ministro británico de Finanzas, George Osborne, en el segundo y último día de reunión del Grupo de los 20 en la capital rusa.

Hasta hace no mucho, el pulso sobre las monedas estaba centrado en el diferendo entre las potencias occidentales y China, acusada de mantener artificialmente bajo el yuan para favorecer sus exportaciones.

Pero las inyecciones de liquidez de la Reserva Federal estadounidense y más recientemente del banco central japonés, que buscan así favorecer la actividad en sus respectivos países, han depreciado el dólar y el yen, lo que automáticamente encarece las divisas de sus competidores y castiga sus exportaciones.

Los emergentes, empezando por Brasil, vienen denunciando desde hace dos años estas prácticas. A su reclamo se han unido ahora países europeos que, como Francia, sostienen que el euro es demasiado fuerte y está retrasando la salida de la crisis.

Para evitar una cascada de devaluaciones competitivas de monedas, los países ricos del G7 reafirmaron el martes en un comunicado que hay que dejar que el mercado fije por sí solo los tipos de cambio.

“Esta semana hubo un comunicado muy claro del G7. Hoy verán que el G20 se va a hacer eco de lo que el G7 dijo”, comentó Osborne en Moscú.

Aunque según dijeron a la AFP varios negociadores, el lenguaje del G20 no será tan tajante como el del G7.

“El G20 incluye a Estados más claramente dirigistas en materia de cambios”, como China, por lo que no puede ir tan lejos como los países ricos, dijo uno de ellos. “No obstante, el espíritu será el mismo”, aseguró otro.

Y es que, según la advertencia generalizada, si cada uno devalúa su moneda para que su economía sea más competitiva en detrimento del vecino, la recuperación mundial, aún balbuceante, podría correr serio peligro.

El crecimiento mundial precisamente está tardando en arrancar a causa de la zona euro, donde la recesión fue más profunda de lo esperado el año pasado.

En este contexto se plantea la cuestión de cómo adaptar la política de rigor presupuestario de forma que no acentúe aún más la recesión.

Según el ministro francés de Economía, Pierre Moscovici, el “debate” sobre el “ritmo de consolidación fiscal” y sobre “el equilibrio con las estrategias favorables al crecimiento” continúa.

Rusia, que preside este año el G20, espera postergar los objetivos fijados en 2010 en Toronto, donde los países del bloque se comprometieron a reducir en 2013 a la mitad sus déficit de entonces.

Algunos países, como Alemania, se niegan sin embargo a hacer demasiadas concesiones.

Según una fuente cercana a las negociaciones, el comunicado de Moscú no contendrá objetivos cifrados, sino que insistirá en la necesidad de definir estrategias creíbles a medio plazo, “adaptándose a la situación económica y a los márgenes de maniobra fiscal de cada país”.

También se espera que la declaración pida a los países con excedentes comerciales, como China y Alemania, que apoyen su actividad, un llamado ya repetido en el pasado que de momento no ha tenido mucho eco.