Un nuevo atentado con bomba contra la comunidad chiita dejó al menos 79 muertos y 200 heridos este sábado en la inestable provincia de Baluchistán, suroeste de Pakistán en donde el fundamentalismo religioso avanza de manera acelerada así como la violencia contra esta minoría musulmana.

Se trata de uno de los atentados más mortíferos en Pakistán contra los chiitas que representan un 20% de la población de este país de 180 millones de habitantes de mayoría sunita.

Una bomba escondida en un camión cisterna y denotada a distancia estalló hacia las 18H00 locales (13H00 GMT) en la ciudad de Hazara, una ciudad chiita de la etnia hazara en los suburbios de Queta, capital de la provincia de Baluchistán.

Esta provincia paquistaní fronteriza de Irán y de Afganistán es escenario de actos de violencia sectaria y de numerosos atentados contra las fuerzas de seguridad.

El camión cisterna repleto de explosivos estaba estacionado cerca de un edificio de dos pisos que se derrumbó por la detonación. “Tememos que numerosas personas aún estén prisioneras de los escombros”, había indicado el jefe de la policía de Quetta, Zubair Mehmood, sugiriendo que el balance podría aumentar.

“Descubrimos más cadáveres entre los escombros del edificio que se derrumbó. El balance de muertos se eleva a 79 personas”, indicó a la AFP la noche del sábdo Wazir Khan Nasir, un oficial de policía de Hazara.

“La gran mayoría de las víctimas son chiitas”, según el jefe de la policía.

Tras el atentado, una multitud en furia rodeó el barrio y lanzó piedras a la policía, acusada de no proteger a los chiitas, indicaron testigos.

Sayed Qamar Haider Zaidi, un portavoz de los habitantes de confesión chiita de la región, condenó la inacción en este tema, según él, del gobierno paquistaní y anunció tres días de duelo.

La violencia contra la minoría chiita, considerada como herética por ciertos grupos sunitas extremistas, se multiplicó estos últimos años en Pakistán, en particular en Baluchistán.

El primer ministro paquistaní, Raja Pervez Ashraf, condenó el sábado este nuevo atentado y reclamó que los organizadores e instigadores fueran detenidos y presentados a la justicia.

El atentado fue reivindicado por Lashkar-e-Jhangvi, un grupo armado sunita fundado en los años 1990 y prohibido oficialmente en Pakistán, lo que no le impide cometer atentados.

Este movimiento armado reivindicó además el mes pasado el ataque más mortífero que jamás se haya perpetrado contra chiitas en Pakistán: un doble atentado suicida delante de un club de billar en Quetta en el que murieron más de 80 chiitas.

Según la organización Human Rights Watch (HRW), más de 400 chiitas murieron en Pakistán en 2012, “el año más sangriento” para esta comunidad en la historia del país.

Pakistán es además el escenario de una guerra de influencia entre Arabia Saudita, sospechosa de financiar los movimientos wahabitas, una facción ultra ortodoxa del islam sunita, e Irán, primera potencia chiita, según numerosos analistas.