La inauguración en marzo del más ambicioso proyecto astronómico del mundo, situado en el desierto de Atacama, dará una imagen nunca vista del Universo, adelantó el representante del Observatorio Europeo Austral (ESO), Massimo Tarenghi.

Tras más de una década en construcción, el Gran Conjunto de Radiotelescopios de Atacama (ALMA), comenzará a operar oficialmente el 13 de marzo y será manjeado en asociación entre Europa, Norteamérica y Japón.

“ALMA será una revolución. Nos permitirá ver en más profundidad y de forma más nítida. Y esto transformará completamente nuestra visión de parte del universo”, aseguró Tarenghi. “Exploraremos gran parte del universo de una forma totalmente nueva”, indicó.

El centro está ubicado en Llano Chajnantor, en el altiplano norte de Chile, a más de 5.000 metros de altura. Se trata de un lugar único, de casi nula humedad, lo que facilita enormemente la observación.

“Es prematuro decir qué es lo que descubriremos, porque encontraremos tantas cosas desconocidas que habrá una revolución total. En los próximos diez años, acumularemos información día y noche -porque ALMA puede operar también a la luz del día-, y lograremos obtener una imagen totalmente diferente del universo”, afirmó Tarenghi.

Con sus 66 antenas gigantes, ALMA capta longitudes de onda milimétricas y submilimétricas, unas 1.000 veces más largas que las longitudes de onda de luz visible, lo que le permite ver a través de densas nubes de polvo cósmico y de gas donde se forman estrellas y planetas, así como objetos muy distantes en el universo.

Hasta ahora, el mayor radiotelescopio que existía en el mundo contaba con ocho antenas. ALMA contará con 66, que además se podrán mover en función de las necesidades hasta 14 kilómetros entre ellas.

ALMA se adentrará en los misterios del universo frío, aquel que no es visible con telescopios ópticos ni infrarrojos, y tratará de descubrir cómo se crean los sistemas de planetas y cuál es la composición química y física de estos procesos.

Según el astrofísico italiano, para lograr construir un instrumento de tal tamaño y complejidad fue necesaria la “globalización de la astronomía” a través de la cooperación de los catorce países que forman el Observatorio Europeo Austral, junto a los norteamericanos y japoneses que inicialmente tenían proyectos de radioastronomía similares.

“En los últimos cincuenta años, hemos podido ver que un solo país no puede alcanzar grandes metas ni hacer solo grandes proyectos. Y esto no pasa sólo con la astronomía”, comenta el científico.

ALMA es, para Tarenghi, el ejemplo de cómo hacer realidad grandes y ambiciosos proyectos, sobre todo, en momentos de dificultad económica. “Debemos unir nuestros recursos y apuntar a grandes proyectos con gran impacto en la industria y grandes avances en ciencia”, asegura.

Aunque con “dificultades enormes”, por sus laboratorios únicos y distantes, la ciencia de la astronomía “siempre apasionó a la humanidad”, que según Tarenghi, tiene una “aspiración de comprensión de dónde venimos y a dónde vamos”.

“Somos parte del universo, y nos gustaría saber más sobre nosotros. Saber de dónde venimos, cuál es el inicio del universo, por qué estamos acá, cómo se formó la Tierra y la vida, y a dónde vamos. Esas son preguntas muy fuertes, que están dentro nosotros”, afirma Tarenghi.