El cónclave para elegir al sucesor de Benedicto XVI, quien anunció el lunes de forma sorpresiva la renuncia al papado, se iniciará a mediados de marzo en la Capilla Sixtina, en un clima anómalo porque se celebrará, por primera vez en siete siglos, con el pontífice saliente en vida.

La ausencia de honras fúnebres multitudinarias, de misas de duelo y de un solemne entierro transmitido por las televisiones de todo el mundo, como el de Juan Pablo II en el 2005, marcará el cónclave más insólito de la historia reciente de la Iglesia católica.

“El cónclave no se puede iniciar antes del 15 de marzo, podría comenzar el 15, 16 ,17, 18 o 19″, precisó este miércoles el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi, quien a diario ofrece detalles sobre el inédito proceso de elección del nuevo Papa, con un pontífice que alegó falta de “fuerzas” para proseguir con su misión apostólica.

Además la Constitución Apostólica prevé que se celebre entre un “mínimo de 15 días y un máximo de 20 días” después de que el Papa muera o ” renuncie a su cargo”, por lo que la fecha definitiva del cónclave será fijada por los cardenales tras la efectiva renuncia del próximo 28 de febrero.

En dos mil años de historia, la Iglesia ha modificado muchas veces las modalidades de designación de un Papa antes de llegar a la fórmula actual de cónclave.

El 21 de noviembre de 1970, Pablo VI definió las características actuales del colegio electoral: la edad límite de un cardenal para participar en una elección es de 80 años y el número máximo de cardenales electores es de 120.

Juan Pablo II confirmó estas normas en febrero de 1996 en su constitución apostólica “Universi Domini Gregis”.

En los últimos años, debido a la internacionalización creciente del colegio de cardenales, se ha vuelto cada vez más difícil prevenir el resultado de un Cónclave.

La mayoría de los 117 cardenales menores de 80 años y con derecho a voto llegarán en los próximos días a Roma y podrán participar en reuniones a puerta cerrada con los purpurados “no electores” y sin un límite de tiempo.

Entre ellos figuran los seis nuevos purpurados designados en noviembre de 2012, entre ellos un colombiano, con los que Benedicto XVI entendía dar voz a la Iglesia más sufrida y dinámica del mundo.

El discurso del Papa en esa ocasión, convertida en la última promoción de cardenales de su Papado, puede resultar clave de cara a la nueva era que se abre para la Iglesia. “Deseo destacar de manera particular que la Iglesia es la Iglesia de todos los pueblos y se expresa por tanto en las diversas culturas de los distintos continentes”, afirmó entonces.

Al invitar a formar parte del selecto abanico de candidatos al trono de Pedro a esos religiosos, provenientes de países con graves conflictos y fuera del viejo continente, el Papa alemán respondió indirectamente a las críticas de “eurocentrismo” que recibió a inicios de año tras haber designado en febrero 22 nuevos cardenales, 16 provenientes de Europa, de los cuales siete son italianos.

Fuentes diplomáticas latinoamericanas sostienen que la elección del sucesor de Benedicto XVI será rápida, antes de la misa de Ramos del 24 de marzo, una de las más importantes de la Semana Santa y del año litúrgico.

De los 117 cardenales con derecho a voto, 62 son europeos, 28 italianos y 19 de América Latina. Hay entre ellos cinco brasileños, tres mexicanos, dos argentinos, un chileno (Francisco Javier Errazuriz), un peruano, un boliviano, un cubano, un dominicano, un hondureño, un venezolano, un ecuatoriano y un colombiano.

El voto tiene lugar en la Capilla Sixtina con dos escrutinios matinales y dos verpertinos, hasta que uno de los cardenales reciba los dos tercios de los votos, en lugar de una mayoría simple, según una norma que había sido eliminada por Juan Pablo II pero vuelta a introducir por Benedicto XVI. Las papeletas luego son quemadas.