La pastilla que revolucionó a las mujeres hace más de 50 años aún causa polémica y complicaciones en algunas de sus pacientes, por lo que un experto en la materia rompió los mitos y aclaró los verdaderos riesgos del método anticonceptivo oral.

Ese fue el caso de “Diane 35″, un fármaco que cura el acné y que a la vez es utilizado como anticonceptivo, y que está en el ojo del huracán luego que en Francia se suspendiera su comercialización tras ser vinculado a cuatro muertes por trombosis.

Los anticonceptivos orales combinados podrían producir una eventual trombosis, y si se trata de los que se clasifican en tercera y cuarta generación el riesgo sería aún mayor, marcando un promedio anual de entre 30 a 40 casos.

Según explicó a ABC.es Ezequiel Pérez Campos, Jefe del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital de Requena y ex presidente de la Fundación Española de Contracepción, la píldora es el fármaco más estudiado de la medicina.

A su juicio tiene pequeños riesgos y mayores beneficios, pero primero hay que evaluar a la mujer, conocer su historia clínica previa y recetar la píldora más adecuada según sus necesidades y características, ya que en cada una el balance es distinto.

Este médico aclaró las dudas sobre la píldora y desmintió los mitos que más atormentan a las mujeres en torno a este fármaco.

Su labor en la anticoncepción:

La píldora, compuesta por gestágeno y estrógeno, es de uso diario y debe tomarse a la misma hora.

Cuando se trata de 28 dosis, el consumo debe ser contínuo, sin descansar. Esto quiere decir que al terminarse el sobre, se comienza inmediatamente otro al día siguiente.

Si la presentación es de 21 o 22 pastillas, deben tomarse seis o siete días de descanso entre cada envase. Tiene 99% de efectividad en cuanto a prevenir el embarazo, pero no tiene ninguna relación con el cuidado ante enfermedades de transmisión sexual.

Las pastillas tienen tres mecanismos de acción: primero, impiden la ovulación, inhibiendo las hormonas encargadas de llevar a cabo el proceso de maduración del folículo; segundo, transforman en más espeso el moco cervical para evitar la vulnerabilidad ante los espermatozoides; y tercero, dejan el endrometrio sin actividad para una posible gestación.

Si no hay ovulación, ¿por qué menstrúo todos los meses?

El endometrio crece producto del estrógeno y gracias al gestágeno madura.

Este tejido se descama durante los siete días de descanso de la mujer, lo que se ve reflejado en la hemorragia que es mucho menor cuando se toman pastillas, inhibiendo además la liberación de prostaglandina, aquellas sustancias lípicas que provocan contracciones en el útero y convierten en algo doloroso el período menstrual.

Los beneficios de tomar pastillas

Elimina el dolor menstrual, disminuye la anemia, baja la cantidad de acné o vello, disminuye la posibilidad de cáncer al endometrio, ovario, colon, problemas a las mamas y quistes ováricos.

¿Engordan las mujeres que toman este fármaco?

Completamente falso. El peso de la mujer no aumenta ni tampoco se incrementa la masa grasa. Aunque existen casos de algunas mujeres que retienen líquido, pero que durante los siete días de descanso disminuye.

El descanso es obligatorio

Esta creencia no tiene soporte científico alguno, indicó el ginecólogo.

A excepción de los casos en que el estado de salud de la mujer haya sufrido transformaciones, no existe razón que obligue o precise tomar descansos durante etapas determinadas. Es por eso, que la usuaria debe haberse hecho exámenes previos al comienzo del tratamiento.

¿Puedo quedar infértil?

Negativo, ya que el proceso de ovulación, y con éste la capacidad de fecundación, se recupera en un mes o un mes y medio.

De acuerdo a las estadísticas, en un año el porcentaje de mujeres que se embarazan tras dejar la pastillas, es el mismo que en las mujeres que no tomaban.

Tampoco hay riesgo de que el bebé venga con malformaciones, ni existen más probabilidades de tener gemelos.

¿Hay mujeres que deberían dejar de tomarla?

Va a depender del estado de salud de la usuaria. Correrán riesgos aquellas mujeres afectadas con cardiopatías, alteraciones de la circulación sanguínea o de la coagulación, hipertensión arterial, enfermedades hepáticas, diabetes, lupus eritematoso, cáncer de mama o que estén en período de lactancia.

Tampoco son recomendables para fumadoras mayores de 35 años, o muy obesas o con alteraciones en los niveles de colesterol, o con neoplasias hormono-dependientes.