Los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi-2014 representan la ocasión para Rusia de ofrecer la imagen de un país dinámico y moderno y de realzar su prestigio, que se ha visto últimamente afectado por las críticas occidentales sobre violaciones de derechos humanos y corrupción.

“Vamos a intentar hacer algo especial, lleno de misterio ruso. Rusia es un país nuevo, moderno, muy abierto y transparente”, declaró a la AFP el jefe del comité de organización de los Juegos de Sochi, Dmitri Chernychenko, en agosto pasado.

Sochi, estación balnearia situada en el sur de Rusia, entre las montañas del Cáucaso y el Mar Negro, fue designada para organizar los próximos Juegos de Invierno, en febrero de 2014, con el apoyo enérgico del presidente Vladimir Putin.

Este último, que cultiva una imagen de sexagenario deportivo, ha hecho de la organización de grandes eventos deportivos una prioridad para el país: además de estos Juegos, Rusia debe organizar en 2014 su primer Gran Premio de Fórmula 1 y albergar el Mundial de fútbol en 2018.

Se hará lo necesario para que los Juegos de desarrollen “en el ambiente más seguro”, había añadido Chernychenko. Una tarea difícil cuando Sochi es vecina del inestable Cáucaso del Norte, donde una rebelión islamista armada realiza ataques con víctimas casi cotidianos.

El jefe de los islamistas, Doku Umarov, reivindicó un atentado en el aeropuerto de Moscú-Domodedovo en 2011 (37 muertos) y un doble atentado en el metro de Moscú en 2010 (40 muertos).

La amenaza terrorista a los Juegos no es puramente teórica: Moscú anunció en mayo pasado la detención cerca de Sochi de un grupo islamista que tenía misiles suelo-aire, explosivos y armas, que preparaba atentados durante los Juegos Olímpicos.

Otro punto negro para los organizadores, la corrupción -mal endémico en Rusia según palabras de las más altas autoridades- no ha dejado libre a los Juegos Olímpicos.

Dos sociedades encargadas de la construcción del estadio principal y de una pista de bobsleigh en Sochi son actualmente objeto de investigación por tentativa de desvío de más de 200 millones de euros y otras investigaciones han sido abiertas por corrupción en el seno de estructuras públicas y empresas locales que trabajan en los sitios olímpicos.

El tema es sensible: un juez que había denunciado relaciones entre magistrados y empresas de construcción en el marco de una atribución fraudulenta de terrenos fue detenido y afirmó haber sido torturado y amenazado de muerte en prisión.

“Los Juegos van a ser un evento grandioso, una fiesta de dos semanas para los aficionados del deporte, pero precedidos de un periodo negro de una amplitud colosal”, estima Maria Lipman, de la fundación Carnegie en Moscú.

Como otros expertos, Maria Lipman no cree que los Juegos de Sochi puedan realzar mucho la imagen de Rusia: “Las relaciones con Occidente se han deteriorados estos últimos tiempos, sobre todo con Estados Unidos. Y ni siguiera los Juegos Olímpicos de Sochi serán suficientes para mejorar las cosas”.

El Kremlin ha sido criticado en Occidente estos últimos meses por la represión que golpea a los opositores: algunos ya han sido condenados, otros están amenazados con penas de diez años de campo de trabajo por problemas ocurridos al término de una manifestación anti-Putin en Moscú.

Las autoridades fueron también criticadas por la adopción de varias leyes que limitan las libertades públicas, según la oposición, y por una ley que prohibe a los estadounidenses adoptar niños rusos, en respuesta a sanciones tomadas por Washington contra funcionarios rusos acusados de violaciones de los derechos humanos y sobre todo de la muerte en prisión en Moscú del jurista Serguei Magnitsky.

“Los Juegos Olímpicos van a tener un efecto positivo en el país, pero solo a corto plazo. Y no tendrá ningún efecto en el extranjero”, afirmó por su parte a a la AFP el politólogo Mark Urnov, de la Escuela Superior de Economía.

Rusia tiene un problema de imagen, había estimado German Gref, patrón del mayor banco ruso, Sberbank, el mes pasado en el Fórum de Davos: “Lo que necesitamos es mejorar nuestra imagen, ya que valemos mucho más de lo que dejamos ver”, declaró.

Los Juegos de Sochi serán un test de la capacidad de Rusia para dar otra imagen de sí misma.