Gran cumbre gran hubo en Davos, paraje idílico y nevado en Suiza. Y otra cumbre allá, en el verano preciado del país maravilloso, ese país del crecimiento económico, un 6,6%. Dos cumbres mundiales, muchas fotografías, sonrisas y palabras halagadoras. ¿Y después qué? ¿O antes qué?

Mientras ese club con los privilegiados que acuden al Foro Económico Mundial (Davos) se abraza y refocila, las economías crujen. Las sombrías estadísticas europeas se mantienen firmes o peor, van creciendo. No aflojan los 18 millones de cesantes. Inmersos en ese drama hay 14 millones de jóvenes desempleados, sin horizontes, intentando escapar a otros continentes.

Grecia, España, Portugal, Irlanda e Italia navegan a la deriva. Con la austeridad aconsejada e impulsada por los doctores en economía (FMI o Banco Mundial) sigue ahogándose (y pagando) el ciudadano de a pié.

A Chile (la otra cumbre) acudieron alegremente esos notorios hombres que siguen hundiendo al Viejo Mundo. Por cierto, aparecieron por allá olfateando inversiones y celebrando proyectos, contratos y acuerdos en el marco del modelo local, el neo liberal. O sea dentro del ideario de la derecha, según reconocen los propios políticos de la casa mapochina.

Celebrando todos la buena marcha y entendimiento entre los dirigentes, sobremanera parlamentarios desde que el dictador desapareciera de la Moneda, pero no de la escena. Años sin cuenta, del noventa acá, en los cuales socialistas renovados y oportunos, concertados con piadosos demócratas bien cristianos y firmes emprendedores de la camada derechista neo liberal o post pinochetista, todos han conducido la fiesta.

Pero en la bella patria siguen en apuros con más de un millón de asalariados que carecen de contrato laboral. El subempleo es pan cotidiano. Las bajas calificaciones de la masa laboral no llevan a ninguna parte. Y más encima, como un galardón asegurando ese sistema, existe una bajísima sindicalización. El negocio de las Isapres no afloja. El alto ingreso per cápita es para la risa. Un índice generoso para una minoría y donde ¿dónde si no?, pugnan los malversadores, prepotentes y codiciosos. Hay desesperanza. Y el escandaloso negocio, el lucro con la educación superior, ha sido o sigue siendo un golpe brutal.

En las alcantarillas de la corruptela se ha comerciado con el mar, con el litio, con los parques naturales, con cualesquier recurso. Pero la maraña de artimañas queda oculta por el triunfalismo, la televisión ramplona, la patriotería que pone telarañas en los ojos. No deja ver la pericia de los grupos económicos que arrasan con todo.

“Somos un país punta, único, aquí hay oportunidades, tenemos bonitos y espléndidos balnearios, hermosos restaurantes, magníficos supermercados, aquí no existe el racismo. Y por sobre todo seguimos creciendo, ya vamos en un seis coma seis por ciento”, repiten los siúticos y los embobados. Y lo mismo cacarean los diplomáticos del régimen en los cócteles del Viejo Mundo.

Igual que sucede aquí en Europa, junto a la ascendente derecha dura y extremista, la mutación de los social demócratas se disfraza en medio de una palabrería sin fin. Esa social democracia –igual allá y aquí- se ha convertido en una fuerza neoliberal pura y dura. Para empezar acá sigue haciendo zozobrar el estado de bienestar de los ciudadanos.

“Europa no está en crisis, está muriéndose” afirma un documento lapidario que circula desde el lunes y que fuera presentado en Paris por un grupo de intelectuales. “Europa como sueño, como proyecto” vienen a decir, está en las cuerdas. Hay firmas más que respetables: la del semiólogo y novelista italiano, Humberto Eco; la de la lingüista y feminista búlgara, Julia Kristeva; la del escritor y filólogo Claudio Magris; o del novelista y ensayista británico nacido en la India, Salman Rushdie. “Hoy debemos decir: unión política o barbarie. Mejor dicho, federalismo o explosión y, en la locura de la explosión, regresión social, precariedad, desempleo disparado, miseria”, afirman.

Ningún magnate, ninguno de los tantos personajes que concurrieron a Davos, habló tan claro. Allá en esa cumbre del poder y del dinero los grandes temas fueron soslayados o ignorados: Por ejemplo, el cambio climático, el atropello a la naturaleza que hace tambalear a todo el planeta el cual ya ha perdido el 30% de su capacidad de regeneración. Nadie se acordó de las pandemias que vendrían, propias de una civilización sin fronteras. O de la posibilidad de una guerra nuclear con armas bacteriológicas, químicas o cibernéticas. En cambio se puso el acento en el Todo Mercantil y en la cultura de la competencia porque, nunca como hoy, el que pestañea pierde.

En el pasado de los siglos arribaron a nuestro continente latinoamericano verdugos y ladrones. Hoy llegan caballeros bien vestidos. No conviene entonces recordar que proceden de un continente donde, como el caso de España, con seis millones de cesantes, hay un revoltijo de corrupción, intolerancia y desaciertos.

La cifra del seis coma seis de crecimiento que tanto entusiasma a los beneficiados felices y a los que ven la televisión basura, olvida a los marginados y marginales. A los que se van a la cama con el estómago a medias. La cifra oculta terribles desigualdades. Deja de lado a los que habitan en barriadas peligrosas, nidos de droga, de prostitución y delincuencia, es decir todo aquello que es consecuencia de un paisito lindo con pies de barro…y que, mas encima, se pavonea con los pies metidos en el lodazal.

Oscar “El Monstruo” Vega

Periodista, escritor, corresponsal, reportero, editor, director e incluso repartidor de periódicos.

Se inició en El Sur y La Discusión, para continuar en La Nación, Fortin Mapocho, La Época, Ercilla y Cauce.

Actualmente reside en Portugal.