Organismos de socorro habían rescatado hasta este sábado los cadáveres de diez personas fallecidas tras deslizamientos de tierra ocurridos en una apartada aldea minera en el sur de Ecuador, dijo una fuente oficial al confirmar el hallazgo de cuatro nuevos cuerpos.

“Son diez cuerpos rescatados hasta hoy, es el último dato que manejamos. Seguimos realizando las labores de rescate, el alud es grande, inmenso, hemos encontrado enterrada maquinaria y vehículos”, dijo a la AFP el gobernador de la provincia de Azuay (sur), Humberto Cordero.

Un balance anterior entregado por las autoridades daba cuenta de seis personas fallecidas y 17 heridas. Cinco de las víctimas mortales del suceso son peruanas.

Las acciones de rescate se concentran en Pueblo Nuevo, un caserío de la localidad de Camilo Ponce Enríquez (335 kilómetros al suroeste de Quito) donde las actividades mineras fueron suspendidas temporalmente por orden del gobierno.

Deslaves ocurridos en la madrugada del jueves en medio de fuertes lluvias cubrieron un 70% de esa aldea, habitada por mineros artesanales, incluido un importante número de peruanos.

Entre los fallecidos hay una niña ecuatoriana de cuatro años, cuyo cuerpo fue rescatado en la mañana del sábado.

La Cruz Roja Ecuatoriana señaló en un comunicado que el número de desaparecidos podría ascender a 40, aunque el gobernador se abstuvo de confirmar esa cifra.

Aún no se conoce con certeza cúantas personas han sido afectadas por el alud, según Cordero. “Las empresas encargadas de la minería en la zona nos dijeron que había 24 trabajadores en ese momento, pero hay una población que reside ahí, no tenemos una cifra precisa”, sostuvo.

El cónsul de Perú en la ciudad ecuatoriana de Loja (sur), Zósimo Morillo -quien se desplazó el viernes hacia la zona del desastre-, dijo que en Ponce Enríquez “hay 107 peruanos registrados”.

“Pero eso es solamente la punta del iceberg, porque la minería formal e informal atrae a muchos peruanos de la zona norte (fronteriza)”, declaró el diplomático a la prensa.

Las tareas de los rescatistas se han visto dificultadas por el mal clima y el difícil acceso, pues varios caminos quedaron bloqueados por los desprendimientos de lodo y piedras.

Según las autoridades, los mayores deslaves ocurrieron en la madrugada y destruyeron casas y construcciones ubicadas en campamentos mineros.

Una de las avalanchas arrasó una construcción de hierro y cemento ubicada en una parte montañosa, colapsando sobre la entrada de una mina donde presuntamente había obreros.