¿Primer Nóbel de Literatura asesinado? Si se comprueba, pesará en Chile otro trágico baldón, otra consecuencia de la siniestra dictadura de Pinochet.

En abril, por disposición del juez Mario Carroza, se exhumará y analizará el cadáver de Pablo Neruda. En caso de envenenamiento (gas mostaza o metales pesados) será una turbia ventolera final del verano. Acá en Europa, círculos culturales de Suecia ya hablan del asunto con inquietud. Es un ramalazo de invierno. Frío invierno que, ahora mismo, azota al Viejo Mundo con lluvias, lodazales, inundaciones y nevadas.

Neruda murió en una clínica el 23 de septiembre de 1973 cuando Chile era sepultado por la brutalidad militar homicida mientras la Derecha y el centro político respaldaban o colaboraban en la fechoría.

Siguen hoy en el aire muchas preguntas y ninguna respuesta creíble. El vate, indican algunas fuentes, falleció debido a un cáncer a la próstata cuya metástasis le inundó la pelvis. Sucumbió luego de 56 semanas de radioterapia de cobalto. Sin embargo, hay testigos que contradicen el informe “oficial” de médicos que, en ese tiempo, funcionaban al servicio de los golpistas.

Manuel Araya, chofer del escritor y su hombre de absoluta confianza, fue una de las pocas personas que estuvo con Neruda antes de morir. Hasta el día de hoy Araya, repite que nuestro gran compatriota, aunque muy enfermo, no se encontraba en el tramo final de su vida. Hubo además, en ese tiempo, raras mentirillas e inclusive declaraciones contradictorias en España de la propia musa, Matilde, la mujer del vate.

La sospecha de envenenamiento se torna como sombra huracanada que, cual drama de Shakespeare, pugna desde la ultratumba.

También, de momento, hay otro suceso que huele mal. Se trata de actividades turbias en ese negocio denominado Fundación Neruda y donde, entre otros bienes, se administran tres casas-museos que en vida alhajó y habitó su creador. Son La Chascona, La Sebastiana e Isla Negra. Por decisión de la viuda Matilde Urrutia (ya fallecida) el presidente vitalicio de esta institución es el reputado abogado Juan Agustín Figueroa, “Cucho” para sus amigos, “usurpador” para sus detractores. Es hombre de larga y encumbrada trayectoria en la whisqui izquierda chilensis.

Los puntos negros son dos. Uno, incumplimiento del legado y de las disposiciones del poeta para cuando ya no estuviera en este mundo. Dos, tratamiento abusivo, mezquino y tacaño que los directivos de esa Fundación dan al personal. Encabezados por el presidente sindical Enrique Segura, los explotados han tenido que declararse en la huelga para ver si logran algún mendrugo económico. ¡Piden, apenas, un aumento, tan solo euro y medio diario para la movilización y triste ayuda destinada a entonar su mala alimentación cotidiana¡

Mimado y adorado cuando niño, Segura se defiende hoy de las crueles embestidas de Cucho, de su mujer Aida, de Fernando Saez y otros remilgados. Muy priscos afirman: que la empresa funciona a pérdida. Los trabajadores no se explican porqué. El dinero cae como maná. No cesa la lluvia de turistas (100 mil anuales) de todo el mundo, pagando sin chistar, visitando y fotografiando los recintos privados del escritor. También habría dólares en inversiones, ni más ni menos que en negocios de la familia de Ricardo Claro, un pez gordo que, en su día, asesoró a Pinochet y fue mecenas de la DINA, aquel siniestro entramado de la represión, tortura y muerte.

Imaginemos que el vate, notable y acerado comunista, volviera a este mundo y se encontrara con el pastel. Su fama enredada, inclusive, hasta con hoteles que lucran llevando su nombre, en Santiago y Viña del Mar. Regios aposentos donde la inmobiliaria de Angel Maulén corta el bacalao. Ese ángel es el ex rector de la Universidad Pedro de Valdivia, empresa investigada por corrupción en la escandalera de la Comisión Nacional de Acreditación.

Mientras en la Fundación claman al cielo con lamentaciones (“perdemos millones de pesos al día”) también salen al baile los pasos de Matilde, la Patoja como la llamaba el poeta. Nunca se habría empeñado en respetar la memoria del vate el cual, entre otros proyectos, soñaba con organizar la fundación Cantalao, presidida por los rectores de las universidades de Chile, Católica y Técnica del Estado (verdaderas universidades en esos tiempos) más representantes de los trabajadores o sea de la CUT y de la Sociedad de Escritores. Sería instalada en un bellísimo paraje, Punta de Tralca, becando a escritores y científicos y cumpliendo múltiples actividades sería un faro, una valiosa referencia de la cultura continental.

De Neruda, autor de obras universales como Residencia en la Tierra, se ha dicho de todo. Obsecuente, arribista, rencoroso, etc. Genial, único, infinitamente generoso, magnífico, etc. Igual cosa de Matilde: mujer insoportable, brusca, sacadora de cuentas y atropelladora. O al contrario, simpática, alma tierna y maravillosa, siempre protegiendo al gran genio.

Al contrario de Chile, en Suecia un grupo de parlamentarios ha convocado a la formación de un comité para la Defensa del Legado del poeta, es decir de uno de los más altos valores de la lírica en nuestra lengua latinoamericana.

Oscar “El Monstruo” Vega

Periodista, escritor, corresponsal, reportero, editor, director e incluso repartidor de periódicos.

Se inició en El Sur y La Discusión, para continuar en La Nación, Fortin Mapocho, La Época, Ercilla y Cauce.

Actualmente reside en Portugal.