Nuevos incidentes estallaron la noche del domingo en Irlanda del Norte, pocas horas después del inicio del diálogo entre representantes políticos y religiosos para poner término al reciente brote de violencia en Belfast, que ya ha dejado desde el jueves 70 detenidos y unos 50 policías heridos.

Diversos proyectiles, en particular ladrillos, botellas y bombas de humo fueron lanzados contra la policía en varias calles de la ciudad, dijo la policía.

Estos enfrentamientos comenzaron el 3 de diciembre, tras la decisión de la municipalidad de Belfast, capital de la provincia británica de Irlanda del Norte, de no más izar en forma permanente la bandera británica.

Esta decisión controvertida provocó reiterados incidentes violentos, lanzados por protestantes partidarios de la unión de Irlanda del Norte con el Reino Unido.

Según el balance proporcionado por la policía este domingo, 52 policías han resultado heridos desde el comienzo de los enfrentamientos, en tanto que 70 personas fueron detenidas y 47 inculpadas.

La noche del sábado, después de una manifestación, un centenar de personas lanzaron de nuevo proyectiles contra los policías, alguno de los cuales informó que hubo disparos en su dirección. La policía utilizó cañones de agua para dispersarlos.

Varios representantes religiosos y de varios partidos se reunieron el domingo en una iglesia en Belfast para intentar poner fin a la violencia.

“Necesitamos calma y la reflexión. Necesitamos personas que mantengan la cabeza fría, pensar juntos”, dijo Robin Newton, del Partido Unionista Democrático (DUP).

“Tenemos que halla r una solución, pero cómo, no lo sé”, agregó, señalando la ausencia de claras demandas de los manifestantes.

Michael Copeland, diputado del Partido Unionista del Ulster, se declaró por su parte pesimista, en ausencia de un líder entre los manifestantes. “No hay al parecer ninguna persona a la que podamos dirigirnos”, dijo.

Irlanda del Norte, provincia británica semiautónoma, vivió 30 años de violencia entre republicanos católicos y protestantes unionistas, con un saldo de más de 3.500 muertos.

El acuerdo de paz del Viernes Santo de 1998 estableció el reparto del poder entre ambas comunidades.