Si hay algo que realmente ha quedado en la retina y la memoria colectiva del Festival a Mil ha sido la Muñeca Gigante, como una síntesis de lo que han sido estos 20 años. Por todo lo que significó, por lo espectacular, por convocar un millón de personas. Pero posiblemente también porque el Teatro de Calle es esencialmente ciudadano y democrático.

El Teatro de Calle hace que las personas se sientan parte de un gran colectivo que acompaña y participa de la obra generando memoria colectiva (algo tan escaso, débil y, al mismo tiempo necesario, en nuestro país) y, al mismo tiempo, refuerza al individuo, ya que cada vivencia es particular.

En este sentido, fue maravilloso por ejemplo escuchar muchas conversaciones sobre la Muñeca Gigante, donde personas compartían sus vivencias y querían saber de las percepciones de otras para poder “completar” la información y sus miradas sobre este espectacular evento.

Este espíritu, de una u otra manera, está presente en estos grandes acontecimientos que son el Teatro de Calle. Por eso la gente los espera, genera expectación, diálogo y un espíritu antes, durante y después que es único, notable y maravilloso como pocas cosas pueden lograr. Es la maravilla de la creación, del arte cuando se hacen colectivos y son capaces de incorporar a las personas.

10-20-40

Hace 10 –el 3 de enero de 2002- murió Andrés Pérez, referente indiscutido del teatro chileno y del Teatro de Calle en particular; Santiago a Mil cumple 20 años; y este año se conmemorarán 40 años del Golpe de Estado en Chile.

Son tres fechas, tres acontecimientos que dan para reflexionar, por lo significaron y significan, y por las relaciones entre éstos.

Andrés Pérez

Inolvidable. Aquí sólo mencionamos su potencia como actor, creador y director de Teatro de Calle. Su capacidad de imantar, de generar un equipo y llevar a cabo una obra hecha para un lugar específico, capaz de adaptarse en el momento de acuerdo a las circunstancias, contingente y provocadora. Santiago Amable, año 2000.

Y si el Teatro de Calle es memoria colectiva, tampoco debemos olvidar a Juan Manuel Sánchez. Ambos tan similares y distintos, marcados por sus deseos de hacer teatro popular, democrático y con una fuerte carga contingente y anti-dictadura.

Publicaremos en los próximos días sobre estos dos grandes artistas del Teatro.