El rechazo de Dios por el mundo contemporáneo conduce al rechazo del otro, y de antemano de los más vulnerables, dijo este lunes en la celebración de Navidad el papa Benedicto XVI, quien definió cualquier violencia a nombre de Dios como una “enfermedad” de la religión.

El Papa, que concelebró la misa con unos treinta cardenales, oró por la paz en Palestina, Siria, Líbano e Irak, abogando para que los cristianos puedan “conservar su morada” en esos lugares y que “cristianos y musulmanes construyan juntos sus países en la paz de Dios”.

“Estamos completamente llenos de nosotros mismos, de modo que ya no queda espacio alguno para Dios. Y, por eso, tampoco queda espacio para los otros, para los niños, los pobres, los extranjeros”, exclamó el Papa en la misa solemne celebrada en la Basílica de San Pedro.

“¿No es precisamente a Dios mismo al que rechazamos?”,preguntó el Papa en su homilía.

Al inicio de una larga ceremonia solemne de más de dos horas, acompañada por coros en latín, música de órgano y sonidos de trompetas, Benedicto XVI recorrió la inmensa Basílica sobre una plataforma móvil, con el rostro fatigado y un poco fijo.

“Corrientes de pensamiento muy difundidas sostienen que (…) la religión, en particular el monoteísmo, sería la causa de la violencia y de las guerras del mundo; sería preciso liberar antes a la humanidad de la religión para que se estableciera después la paz; el monoteísmo, la fe en el único Dios, sería prepotencia, motivo de intolerancia, puesto que por su naturaleza quisiera imponerse a todos con la pretensión de la única verdad”, añadió el pontífice.

“Es cierto que el monoteísmo ha servido en la historia como pretexto para la intolerancia y la violencia. Es verdad que una religión puede enfermar y llegar a oponerse a la naturaleza más profunda, cuando el hombre piensa que debe tomar en sus manos la causa de Dios, haciendo así de Dios su propiedad privada. Debemos estar atentos contra esta distorsión de lo sagrado”, afirmó.

Agregó que aunque “es incontestable un cierto uso indebido de la religión en la historia, no es verdad, sin embargo, que el +no+ a Dios restablecería la paz. Si la luz de Dios se apaga, se extingue también la dignidad divina del hombre”, puntualizó.