El Primer ministro israelí, el derechista Benjamin Netanyahu, encabeza claramente los sondeos a un mes de las elecciones legislativas y parece tener asegurado un nuevo mandato, ya que su hegemonía sólo es disputada en su propio campo y la oposición está dividida.

Incluso la imputación judicial por abuso de confianza de Avigdor Lieberman, ministro de Relaciones Exteriores y jefe del partido ultranacionalista Israel Beiteinou, con el que se alió Netanyahu, no ha cambiado la situación.

Según los últimos sondeos, el bloque Likud-Israel Beiteinou obtendría de 35 a 39 diputados de un total de 120. Con los partidos nacionalistas y religiosos, puede esperar hasta 70 escaños en la próxima Knesset (Parlamento).

Para “Bibi” Netanyahu, que aspira a su tercer mandato como primer ministro, el desafío no es tanto el resultado de la elección como el número de escaños que logrará su partido, el Likud.

“Su sueño es tener, como el Likud del ex primer ministro Ariel Sharon en 2003, una cifra abrumadora de escaños en la Knesset, lo que le permitiría formar un gobierno que no dependería de ningún socio, y evitar así posibles chantajes políticos”, subraya Yossi Verter, analista político del Haaretz.

En esta perspectiva la mayor amenaza no procede de la oposición centrista y de izquierda sino de un joven político, marcadamente derechista, Naftali Bennett, que dirige un partido nacionalista pro-colonización, Hogar Judío.

Bennett parece tener el viento en popa y podría restarle escaños a la lista liderada por Netanyahu y Lieberman, obteniendo 12 diputados (contra tres actualmente) para convertirse en la tercera fuerza en el parlamento, detrás del Partido Laborista (centroizquierda).

Naftali Bennett, ex jefe del gabinete del Primer ministro, defiende la ideología del “Gran Israel” y procede, como Netanyahu, del comando de élite “Sayeret Matkal”.

Este ex empresario del sector de la alta tecnología, de 40 años, comparte con su mentor un dominio perfecto del inglés, heredado de su padres, inmigrantes estadounidenses, y un gran sentido de la comunicación.

Se dirige prioritariamente al electorado sionista y religioso de Hogar Judío, pero también a los jóvenes y los laicos.

Bennett espera obtener al menos tres ministerios en el próximo gobierno, especialmente el de Vivienda, crucial para las colonias.

La reciente radicalización de Netanyahu sobre los asentamientos es sin duda imputable a la creciente popularidad de su joven adversario de la derecha, según los analistas.

Enfrente, la oposición de centro y de izquierda, muy dividida, pierde posiciones y solamente obtendría, con el apoyo de los partidos árabes, unos 51 escaños.

Los laboristas de Shelly Yashimovich y HaTnuah, el nuevo movimiento de la ex ministra de Relaciones Exteriores Tzipi Livni, se mantienen estancados respectivamente en 20 y 9 escaños.

El partido centrista creado por el ex periodista estrella Yaïr Lapid, queda estancado en 10 diputados, mientras que la actual primera fuerza del parlamento, Kadima (centro derecha, 28 escaños) corre el riesgo de desaparecer.

“La verdadera novedad de estas elecciones es la prevalencia de los egos sobre el sentido común político en el seno del centroizquierda”, asegura el politólogo del diario Maariv, Mazal Mualem, aludiendo a los intentos fallidos de alianza entre Shelly Yachimovich y Tzipi Livni.

“Es la primera campaña electoral en la que este bloque no presenta a un verdadero candidato al cargo de primer ministro”, asegura.