Una operación militar para destruir las armas químicas del régimen sirio implicaría incursiones aéreas y el envío de fuerzas especiales aunque constituiría una operación de riesgo y sin garantía de éxito debido a la posible diseminación de armas, estimaron expertos el martes.

Frente a un oposición que avanza lentamente en el terreno, la comunidad internacional teme que el régimen de Bachar al-Asad termine haciendo lo irreparable. Y peor aún que los obuses y cohetes cargados de gas sarin o gas mostaza caigan en la manos de grupos extremistas.

Barack Obama se ha dirigido de forma contundente al presidente sirio: “si usted comete el error trágico de utilizar estas armas, habrá consecuencias y deberá responder personalmente.”

Sin embargo, para los expertos, no hay respuesta militar simple. El bombardeo aéreo de los centros de producción y almacenamiento conocidos podría “liberar sustancias químicas en la atmósfera”, y no destruir todas las municiones, señala Michael Eisenstadt, Instituto Washington para la Política del Medio Oriente.

El acceso a ciertos sitios podría ser bloqueado por el bombardeo de la entrada de los bunkers y al minado de los alrededores, usando bombas de racimo, opinó Eisenstadt.

“Es difícil imaginar un escenario viable sin enviar hombres por tierra”, aseguró por su parte a la AFP David Hartwell, analista de la firma de consultoría de IHS Jane. Esta opción implicaría ante todo una cobertura aérea para eliminar las defensas antiaéreas sirias con el objetivo de facilitar el avance de los soldados y permitir vuelos de reconocimiento, coinciden los expertos.

La prensa estadounidense adelantó en febrero pasado la cifra de 75.000 hombres necesarios para buscar y eliminar las armas químicas sirias además de garantizar su protección.

Ese es un escenario impensable para los expertos que dudan de que la administración Obama se comprometa a realizar una operación terrestre importante en Medio Oriente Medio tras el antecedente de Irak.

“Una de las opciones más viables es que Estados Unidos brinde capacitación y asistencia a ejércitos de países de la región” que intervendrían, dijo David Hartwell, citando a Turquía y Jordania. Una “fuerza de tareas” integrada por unos 150 comandos especiales estadounidenses está desde hace varios meses en Jordania para entrenar a los militares de ese país y está pronta para actuar en caso de urgencia.

Para Jeffrey White, analista del Instituto Washington tras una carrera en la agencia de inteligencia militar (DIA), es probable que la acción de las fuerzas especiales consista en incursiones ocasionales, sin permanecer en territorio sirio.

Una vez más, la opinión es que todo dependerá de información precisa y completa. En 1991, los estadounidenses habían ubicado los lanzadores de misiles Scud con grandes dificultades en el oeste de Irak, señaló a la AFP.

Según el portavoz del Pentágono, George Little, “el gobierno de Estados Unidos tiene una visión clara del programa de armas químicas sirio y continuamos monitoreándolo”.

Sin embargo, para White el tema es más complejo pues localizar los agentes químicos en depósitos y evitar su utilización en cohetes o obuses son cosas diferentes.

“Esas armas químicas no son grandes, pueden ser colocadas en la caja de cualquier camión”, explicó.

Según él, antes que atacar múltiples objetivos, “se debe simplemente atacar objetivos estratégicos importantes, como las redes de comunicación y de comando del ejército sirio”, a fin de impedir que el ejército no solamente utilice armas químicas, sino también que combata a la oposición. Sobre todo, es necesario hacérselo saber con precisión al régimen para disuadirlo.