Las familias pehuenches, que por años rechazaron entregar sus tierras para construir la central Ralco en Alto Biobío, manifestaron su inquietud por el nulo desarrollo del turismo en torno a los embalses formados por las dos plantas hidroeléctricas.

Las quejas apuntan principalmente a los bajos niveles de agua en los embalses Ralco y Pangue, lo cual impide desarrollar actividades de interés masivo como el campismo, pesca o la práctica de deportes náuticos.

Según Hilda Riquelme Beroíza, vocera de las familias indígenas, la cota del embalse Ralco lleva seis años en su nivel más bajo, lo cual desincentiva el arribo de visitantes.

La dirigenta hizo notar que muchas familias pehuenches apostaron al turismo, por lo cual invirtieron en sus terrenos ribereños a ambos embalses artificiales a la espera de turistas que no llegaron.

Para Hilda Riquelme, la conclusión categórica es que no hay turismo en ese sector de Alto Biobío, pese al discurso de Endesa en el sentido que esa actividad sería el puntal de una mejor calidad de vida.

Por el cajón del Río Bío Bío, la dirigenta pehuenche sostuvo que sólo funciona el camping en el sector de la laguna El Barco y el recinto de aguas termales del sector el Avellano, insistiendo en que no ha sido posible desarrollar otros emprendimientos turísticos.