Una lucida presentación en el Teatro Municipal de Santiago, realizaron este viernes, los 75 integrantes de la Orquesta Nacional Juvenil, que dirige el maestro José Luis Domínguez, culminando así en Chile, el tour “Tocando Sueños” que los llevó por primera vez a Europa.

La gira de los músicos chilenos, les significó anteriormente presentarse por escenarios de Bremen, Berlín, Colonia y Munich (Alemania), Viena (Austria), Bratislava (Eslovaquia) y Praga (República Checa), desde el 21 de septiembre al 8 de octubre, con un positivo resultado en todos los aspectos.

La Sinfonía n°7 de Ludwig van Beethoven y obras de los mexicanos José Pablo Moncayo y Arturo Márquez, el chileno Luis Advis y el argentino Alberto Ginastera formaron parte del programa que la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil interpretó en el Teatro Municipal de Santiago, piezas que fueron parte del repertorio que la agrupación tocó durante su histórica gira por Europa y que se repetirá el viernes 30 a las 19.00 horas.

Así se cruzaron en un concierto de muy buen nivel musical y excelente dirección orquestal, la grandeza del clacisismo con la inclusión de una pieza del maestro de Bonn y el colorido de las partituras americanas, con cuatro emblemáticas composiciones muy bien elegidas.

La Sinfonía nº 7 fue estrenada en 1813 bajo la dirección del propio Beethoven y es una obra que se caracteriza por su alegría. “Hicimos una versión nuestra no en el sentido de variar la música, sino con el sello latinoamericano: con una buena formación musical –quizás europea– más un sabor y entrega más libre o apasionada”, explicó Domínguez.

La segunda parte del concierto estuvo completamente enraizada en la cultura latinoamericana: El mexicano José Pablo Moncayo abrió esta continuación del concierto, con “Huapango”, una obra inspirada en tres huapangos tradicionales y nacida de una investigación que el compositor hizo en Alvarado, México.

Luego vino “Interludio y Marcha-Rancho”, del chileno Luis Advis, piezas que son parte de la Suite Latinoamericana, estrenada en 1994 por la Orquesta Sinfónica de Chile y basada en danzas tradicionales o ciudadanas, como la milonga, tonada, el vals peruano o la conga. De ahí se pasó a “Danzón n° 2″, compuesto por Arturo Márquez por encargo de la Universidad Autónoma de México. El músico mexicano conoció esta popular forma musical –una versión cubana del vals vienés– durante un viaje por el sur de su país en 1993 y desde entonces convirtió al danzón en marca registrada de su producción.

Finalmente, la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil interpretó una obra de uno de los más grandes compositores latinoamericanos, el argentino Alberto Ginastera: la Suite del Ballet “Estancias”, Op. 8, que es la versión sinfónica de un ballet que Lincoln Kirstein, director de la compañía norteamericana American Ballet Caravan, le encargó en 1940. En cuatro partes, la suite relata el choque cultural entre la ciudad y el campo, a través de la música característica de ambos ámbitos

El balance dejó a un público satisfecho primero, por la respetuosa y muy ordenada versión de la Séptima de Beethoven, con un grupo compacto y muy buenos enlaces logrados por la batuta de Domínguez y luego, feliz y entusiasmado con una orquesta joven que le dio un sabor vibrante, espectacular y de coloridos finales, a las cuatro composiciones del continente americano.