No cabe duda que al momento del acto sexual todo puede pasar. Y como el dicho dice que en la guerra y el amor todo se vale, algunas féminas incluso llegan a fingir con tal de dejar conforme y bien parado, por contradictorio que suene, a su hombre.

Años de gritos, gemidos, rezos, ave marías y otros, han creado la suspicacia de si realmente estos gemidos sexuales son producto del placer que se vive en el momento o solo un acto cultural que se ha aprendido.

Pero ojo, no solo se trata de responsabilizar o culpar al género femenino, ya que éstas indican que algunos machos también han caído en el ‘juego’ de la exageración para animar la situación.

Entonces, ¿Realidad o ficción?… La respuesta la explican los expertos en la materia quienes aseguraron a ABC que se trata de un poco de ambas.

¿Cómo?, sí, tal como leyó. Y es que “los gemidos son una expresión psicofísica del placer, aunque también pueden utilizarse para reforzar determinadas conductas, para guiar a la pareja”, asegura el sexólogo y psicólogo, Antoni Bolinches.

Misma opinión sostiene Barry Komisaruk, autor de “Orgasmo. Todo lo que siempre quiso saber y nunca se atrevió a preguntar”, un hombre que al parecer sabe en la materia.

Komisaruk indica que los gemidos en una relación sexual son fundamentalmente fisiológicos, pero no se cierra a que los factores culturales influyan al momento de intimar.

“Las expresiones faciales de esfuerzo que a menudo acompañan al orgasmo están relacionadas con la respiración profunda que también ocurre durante el clímax, por lo que podemos decir que los gemidos son inherentes al aparente esfuerzo, y, por tanto, un evento fisiológico”, agregó el especialista que ha sido testigo de 200 orgasmos femeninos en su laboratorio.

Entonces, ¿cómo se puede detectar si alguien está fingiendo y exagerando gemidos y/u otros al momento de tener una relación sexual? Los expertos entregaron una serie de tips respecto a comportamientos para que ponga atención. Anote…

Cuando una mujer alcanza un orgasmo debería presentar una retracción de la cabeza del clítoris, sus pupilas dilatadas, rubor cutáneo y sudoración repentina, entre otras.

En en caso de los hombres, el clímax precede a la eyaculación, por lo que si después de su punto máximo no pasó nada, existe la posibilidad de que la mujer dude, pero ojo, el hombre puede eyacular sin necesidad de sentir placer, y viceversa.

Pero claro, todos los seres humanos somos distintos y podemos reaccionar de diferentes maneras, por lo que es mejor evitar andar ‘jugando’ al investigador sexual, para ello, Komisaruk asegura que lo mejor es preguntárselo a la pareja directamente.