La manipulación de un vidente y de sus apariciones por parte de la dictadura de Augusto Pinochet, inspiraron al cineasta chileno Esteban Larraín para el filme “La pasión de Michelangelo”, que compite este viernes en la sección paralela “Alicia en las ciudades” de la séptima edición del Festival de Cine Internacional de Roma.

La segunda película de ficción de Larraín, seleccionada para una de las categorías más innovadoras del certamen, aplaudida generosamente por el público, aborda un tema complejo, descrito magistralmente por grandes cineastas de la talla de Luis Buñuel y Glauber Rocha y seduce al espectador por su ritmo así como por la actuación magistral del chileno Patricio Contreras.

La cinta, un estreno mundial, compite con otras once películas en esa categoría y se basa en una historia real: el caso de Miguel Angel Poblete, el joven que en la década de los 80 aseguraba haber visto a la Virgen María en la localidad de Villa Alemana.

El fenómeno, que causó gran impacto en Chile, atrajo cientos de miles de personas que peregrinaban hasta el poblado de Peñablanca para participar en ceremonias donde profecías, estigmas, levitaciones y curaciones milagrosas formaban parte de la rutina, mientras las primeras protestas callejeras amenazaban la continuidad del régimen militar.

“Creo que el film aborda varios temas (…) la búsqueda de identidad, lo que lleva al travestismo social simbolizado en la transformación de Miguel Angel; la religión como herramienta de manipulación y control social; el fanatismo religioso como resultado de esta necesidad de salvación tan propia de la herencia colonial española”, explicó el cineasta en charla con la prensa.

“Y si bien conocía a grandes rasgos la historia de Miguel Angel, fue la primera vez que me di cuenta de lo fascinante que sería solo imaginar hacer una película sobre este famoso vidente: los milagros, las multitudes, la arista política, el fanatismo, la historia de Miguel Angel como la gran metáfora de la atávica búsqueda de la identidad nacional”, reconoció.

Larraín, autor del premiado “Alicia en el país”, galardonado en varios festivales, recuerda en su película el papel progresista de la iglesia católica chilena y recrea el conflicto del Padre Ruiz-Tagle, un creyente que se enfrenta al fanatismo.