Pasaron al fin las elecciones en Estados Unidos, y se cumplieron muy exactamente mis previsiones del domingo pasado. Pero este segundo triunfo del primer presidente negro de los Estados Unidos no despertó ni una remota sombra del entusiasmo de la vez anterior, cuando, por las puras esperanzas, los noruegos le otorgaron el Premio Nobel de la Paz.

Por otra parte, tal como lo preví el domingo pasado, en el Congreso no hubo cambios de importancia. Los demócrata reafirmaron su mayoría en el Senado, ganando cinco escaños más, pero en la Cámara los republicanos lograron conservar su mayoría aunque perdieron una docena de escaños. Y, hasta ahora no hay indicios ciertos de que en este segundo Período el presidente Obama consiga seducir a un sector de los republicanos. O sea, el Congreso seguirá siendo prácticamente inútil como complemento del Ejecutivo.

Viendo lo que está haciendo falta a nivel mundial… viendo lo que se espera que haga el recién electo presidente Obama, y viendo la polarización y la odiosidad que se generaliza en un grotesco tango con la percanta corrupción… No es cosa de sentir envidia por Barak Obama. ¿No le parece?

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