El demócrata Barack Obama tomaba ventaja este martes en un cerrado duelo con el republicano Mitt Romney en la carrera hacia la Casa Blanca, con varios estados clave en el bolsillo según proyecciones de televisoras.

Tras una participación electoral que se anunciaba masiva, Obama tenía buenas esperanzas de convertirse en el segundo demócrata que es reelecto en Estados Unidos desde la II Guerra Mundial, tras Bill Clinton.

A las 22H00 (03H00 GMT del miércoles) Obama se llevaba New Hampshire (noreste), Pensilvania (este), Michigan (norte) y Wisconsin (norte), según distintas emisoras.

En el candelero seguían los estados decisivos, como Florida, Ohio, o Virginia.

Algunas cadenas daban ganador a Obama en Massachusetts, otras a Romney en Carolina del Norte.

En el cuartel general demócrata, en Chicago, un clamor acogía cada previsión de las televisoras, mientras que en el centro de convenciones alquilado por los republicanos en Boston empezaba a reinar el desconcierto.

En numerosos estados había largas colas de votantes dentro de los colegios electorales, lo que significaba que aún podían depositar sus boletas.

Los republicanos habrían conservado su mayoría en la Cámara de Representantes, según las proyecciones de las cadenas, que renovaba sus 435 escaños.

En el Senado, donde estaban en juego un tercio de los escaños, el resultado era incierto los demócratas también parecían bien encaminados para mantener su corta mayoría de 53 escaños, con triunfos en Massachusetts, Maine y Connecticut entre otros, siempre según las estimaciones.

Obama y Romney pelearon el voto hasta el último minuto, para una elección que presentaron como decisiva para el rumbo del país.

Primer presidente negro de la historia de Estados Unidos, Obama, 51 años, pidió el voto por teléfono a votantes indecisos desde Chicago.

Romney, de 65 años, exgobernador de Massachusetts (noreste), acudió a Ohio y Pensilvania para dos últimos mítines y animar a otro centro de su campaña, para luego regresar a Boston con un discurso de victoria listo en el bolsillo.

Cuatro años después de su rotundo triunfo, Obama pedía un mandato más para enterrar totalmente la crisis económica, instaurar su gran reforma sanitaria y retirar a las tropas de Afganistán en 2014.

Romney, que dio un giro moderado a su mensaje conservador, intentaba frustrar esos planes con una agenda arriesgada, centrada en los recortes generalizados de impuestos y del gasto público.

Ambos lucieron emocionados y cansados en el último tramo electoral, tras una agotadora campaña que representó un gasto de 6.000 millones de dólares para republicanos y demócratas, en plena recuperación económica.

Obama confesó cierto “nerviosismo” pero se manifestó confiado de haber hecho una buena campaña hasta el final.

Romney reconoció que se sintió ya “emocionalmente” ganador al ser recibido por sus simpatizantes.

“Acabo de terminar de escribir mi discurso de victoria. Tiene unas 1.118 palabras”, aseguró a reporteros.

“Soy muy optimista, no solamente por los resultados sino también sobre el futuro de Estados Unidos”, había afirmado en Cleveland, Ohio, donde visitó un local de voluntarios republicanos.

Horas antes Obama había hecho lo mismo, al acudir por sorpresa a un local de su campaña en Chicago, para ayudar a llamar a los últimos indecisos.

Luego se fue a jugar a baloncesto, su ritual cada vez que hay elecciones, esta vez con dos antiguas estrellas de la NBA.

En el voto popular, los sondeos dan a Romney y Obama casi empatados, pero la elección se dirime de forma indirecta, mediante un Colegio Electoral de 538 integrantes elegidos estatalmente.

Obama partió con una ligera ventaja en varios de los estados indecisos.

La participación se anunciaba récord por ejemplo en Florida, un estado clave donde el voto hispano puede inclinar la balanza.

Unos 12,2 millones de hispanos, la primera minoría de Estados Unidos con más de 50 millones de integrantes, podrían haber votado, lo que significaría un nuevo récord de participación tras los comicios de 2008, en la que dos tercios optaron por Obama.

Más de 30 millones de estadounidenses ya habían votado anticipadammente antes de esta jornada.

Un difícil parto electoral

Algunas acusaciones esporádicas de fraude salpicaron la jornada, y también anécdotas entrañables.

En Dalton (Illinois, norte), Galicia Malone, una embarazada de 21 años, votó entre las primeras contracciones.

“Nunca he votado en mi vida”, contó la mujer a la radio WBBM, “quería que mi hija se inspirara”, agregó.

En Los Angeles, una banda de mariachis recorrió las calles del distrito hispano de Sun Valley para instar a votar.

Nueva York y Nueva Jersey representaban el punto oscuro de esta jornada de movilización política, tras el desastre causado por la supertormenta Sandy, que obligó a cancelar centenares de mesas.

La elección se producía en plena pero frágil recuperación económica.

Obama, con una popularidad más discreta que hace cuatro años, clamó que durante su presidencia la situación pudo haber sido peor, y que su trabajo no ha concluido.

Romney, que acusó al presidente de no haber cumplido sus promesas, aseguró que su experiencia de hombre de negocios y de gobernante es la idónea para el país.

El electorado se entusiasmó progresivamente con la elección, pero aparecía claramente cansado de las agrias peleas entre republicanos y demócratas.

Obama podría volver a hacer historia en el mismo día en que se cumple 152 años de la elección de uno de sus ídolos, Abraham Lincoln (1861-1865), victorioso en la guerra civil y liberador de los esclavos.

Romney, de triunfar, sería el primer mormón que se convierte en presidente de Estados Unidos.