Este 8 de noviembre se presentará el libro Historias de Mar, de Manuel Chamorro Moreno, en Valparaíso. De él presentamos el siguiente relato: el vuelo de 3 hidroaviones entre Valparaíso y Coquimbo en 1921.

El 30 de agosto de 1921, en una operación sin precedentes para la época, tres hidroaviones Short 140 de la Armada de Chile cubrieron la distancia que separa a Valparaíso de Coquimbo para probar el material y participar en ejercicios con la Escuadra fondeada en el puerto nortino.

Los tres biplanos despegaron a las 08.30 horas desde Las Torpederas. Eran pilotados por el Capitán de Navío inglés (instructor) James Travers, el Teniente 1º Manuel Francke y el Teniente 2º Humberto Marín, quienes llevaban como observadores al Comandante Edgardo von Schroeders de Sarratea, al piloto Agustín Alcayata y al ingeniero Alfonso Lizasoaín, respectivamente.

Según el libro “La Historia de la Aviación Naval de Chile”, de Carlos Trombem C., a las 13.30 horas de ese día amaró sin novedad en Coquimbo el hidroavión tripulado por el Teniente Marín y el ingeniero Lizasoaín, provocando el entusiasmo general del público de la zona, que por primera vez asistía a la llegada de un avión de la Marina al lugar. El acontecimiento fue celebrado, asimismo, con señales de pitos y sirenas por los buques que se encontraban en la bahía.

A las 15.00 horas, al no tener noticias de los restantes hidroaviones, el Almirante Gómez Carreño dispuso el zarpe de la Escuadra para iniciar su búsqueda. De esta manera, a las 06.15 horas del día siguiente, el cazatorpederos Almirante Uribe comunicó al resto de las unidades haber avistado a uno de los aviones Short, que resultó ser el que pilotaba el Comandante Travers. El mismo buque ubicó al otro aparato, comandado por el Teniente Francke. Después de reabastecerse de combustible, las máquinas arribaron sin novedad a Coquimbo.

Los hidroaviones tuvieron dificultades en su vuelo debido a la densa neblina que cubría toda el área. Ello les impidió recalar oportunamente en su destino, debiendo amarar al límite de su autonomía, sin poder comunicar su situación por falta de medios, en un tiempo heroico de la aeronáutica nacional. Los aparatos no tuvieron averías de importancia y participaron luego exitosamente en maniobras con la Escuadra. Regresaron triunfalmente a Valparaíso el 8 de septiembre, en medio del entusiasmo de la población y prensa local.