La jerarquía del Partido Comunista de China es objeto de embarazosas revelaciones, a pocos días de su renovación, sobre supuestas fortunas amasadas por sus miembros y sus familias, en este caso por el primer ministro Wen Jiabao.

La investigación del New York Times sobre la supuesta fortuna amasada por la familia de Wen, de al menos 2.700 millones de dólares, es “difamatoria”, respondió Pekín el viernes, denunciando “motivos ocultos” en este largo artículo del diario estadounidense, inmediatamente censurado por China.

A veces llamado cariñosamente “abuelo Wen”, al primer ministro le gusta recordar su origen humilde y cultivar una imagen de “hombre del pueblo”.

Cuando faltan 15 días para la apertura del Congreso del Partido Comunista chino, el jefe de gobierno fue puesto bajo la lupa por el diario estadounidense, que narra el increíble éxito económico de sus familiares, incluyendo hoteles de lujo, diamantes y finanzas internacionales.

Las autoridades chinas consideraron el artículo lo suficientemente desestabilizador como para bloquear en el servicio de microblogs Sina Weibo, el equivalente chino de Twitter, cualquier búsqueda con las palabras clave “Wen” o “New York Times”. El acceso a la página web del diario estadounidense también fue bloqueado.

La madre de Wen, Yang Zhiyun, era una sencilla maestra en el norte de China. Su padre, ya fallecido, criaba cerdos durante las campañas maoístas de regreso al campo. Ahora, con 90 años, su madre “no sólo salió de la pobreza, sino que sin duda se volvió rica”, escribió el New York Times. El periódico menciona una inversión hace cinco años en nombre de Yang en una compañía china de servicios financieros, por 120 millones de dólares.

“En muchos casos, los nombres de los familiares (de Wen) se disimulan detrás de varias pantallas y vectores de inversión implicando a amigos, colegas y asociados”, dijo el prestigioso diario.

La familia del jefe de gobierno chino tiene inversiones en bancos, joyerías, centros turísticos, empresas de telecomunicaciones y proyectos de infraestructura, a veces con entidades ‘offshore’, añadió.

En muchas de estas inversiones, algunas de las empresas estatales chinas más poderosas juegan un papel importante. Sus decisiones suelen depender de las agencias gubernamentales bajo supervisión del primer ministro.

La esposa de Wen, Zhang Beili, apodada la “Reina de Diamantes” por el New York Times, hizo una fortuna en piedras preciosas, un área estrictamente regulada por el Estado. El ascenso de Zhang se aceleró después de que su marido alcanzara las más altas esferas del poder.

El único hijo de la pareja, Wen Yunsong, logró una espectacular venta de su empresa de tecnología a la familia de un magnate de Hong Kong, y luego fundó una compañía de inversión de capital privado que se convirtió en una de los primeras de China. Entre sus asociados está el gobierno de Singapur.

Además, el hermano menor del primer ministro, que tiene una empresa de procesamiento de desechos, se benefició de contratos por más de 30 millones de dólares adjudicados por el Estado, según el diario estadounidense.

El diario recordó que en 2007 Wen había dicho a la alta jerarquía del partido que los dirigentes “debían estrictamente asegurar que los miembros de su familia, sus amigos y sus familiares no abusaran de su influencia”.

Profundamente sacudido por la caída de Bo Xilai, la ex estrella ascendente de la política china, sumida en el centro de un escándalo que marcó el año 2012, el Partido Comunista quiere proyectar una imagen de bajo perfil antes de la apertura de su congreso quinquenal.

En cambio, las revelaciones del New York Times sobre Wen confirman a la mayoría de la población su creencia de que las altas esferas comunistas tienen una vida dorada y de muchos privilegios en un ambiente de total impunidad.

En junio, la agencia financiera Bloomberg publicó una investigación inmediatamente censurada, afirmando que parientes del vicepresidente Xi Jinping habían acumulado una fortuna de varios cientos de millones de dólares.

Xi debe tomar el mes que viene las riendas del partido sucediendo al presidente Hu Jintao, uno de cuyos aliados fue degradado recientemente luego de que su hijo muriera al volante de un Ferrari, un automóvil de más 600.000 euros.