En el contexto de las sospechas sobre el negociado en la licitación del Ministerio del Interior, se instala nuevamente, como en los gobiernos anteriores, el asunto de celo que debe tener el Estado en el gasto de los dineros públicos, porque finalmente son platas de todos pero -al mismo tiempo- son platas de nadie.

Es esa ambigüedad la que genera un ambiente propicio para las irregularidades o, directamente, para la corrupción. Muchos incluso, hablan sobre cómo cierto sistema político tiende a generar espacios más propicios para la corrupción. Pero finalmente, tanto la honestidad como la corrupción no es patrimonio de un modelo, ni de una coalición política ni de un partido.

Lo que sí puede marcar diferencia es el cómo reaccionan los gobiernos cuando detectan hechos de corrupción bajo su administración o de gente ligada a su colectividad.

En ese sentido, el actual gobierno ha sacado amplia ventaja a la Concertación, considerando que ya 3 personas han salido del Ministerio del Interior y no han habido defensas corporativas, al menos implícitas.

Siguiendo en este punto, la administración de Sebastián Piñera ha reaccionado mejor que las administraciones anteriores en donde se negaba, encubría, defendía y hasta, justificaba.

Pero el actual escándalo de la licitación de equipos especializados abre un mundo insospechado o insondable, es por eso que la prueba para el actual Gobierno no es lo que ha hecho hasta ahora, sino lo que tendrá que hacer si se siguen descubriendo nuevas aristas que, hasta el momento, involucran a las Fuerzas Armadas, Carabineros y PDI.

http://youtu.be/aVnWIp2caEs