Conversación con Cristián Marambio a propósito del montaje de Calderón de Pier Paolo Pasolini en el GAM

¿Por qué montar a Pasolini?

Básicamente por la vigencia de la obra de Pasolini en términos políticos, no sólo en Chile. Él fue muy visionario, siendo marxista era muy crítico a la izquierda. Era muy incómodo, la lucidez de su mirada es atingente a este momento.

También nos interesa como modelo artístico e intelectual: un libre pensador que aporta desde su perspectiva, era muy independiente.

¿Por qué no Antonin Artaud, por ejemplo?

Artaud es cultural, cultural metafísico. Pasolini también es cultural, porque traspasa tabús, pero también es político.

La efervescencia política está muy fuerte, en Chile, en España, en Europa. En este contexto su lucidez es lo que a nosotros nos interesa.

También nos interesa Bertolt Brecht, pero él era más partidista. Por ejemplo, para mayo del 68 hubo grandes marchas en Italia. Los intelectuales de izquierda en flama. Pasolini dijo: en esas marchas los únicos del pueblo son los policías. Por eso yo estoy con los policías. Eso le significó grandes críticas y la expulsión del Partido Comunista Italiano.

El peligro de estos procesos es terminar viendo todo en blanco y negro, en forma dual, lo que hace un flaco favor a las fuerzas progresistas.

Pasolini no tiene una visión dual de conservadores y progresistas, del poder, los pone en el mismo lado.

¿Qué debieran esperar las personas que asistan a Calderón?

Uno, es pasarlo bien. Orgía, la primera obra de la trilogía que estamos montando, es muy radical, incómoda para los actores y para el público. Es para iniciados, para público sin problemas con la densidad. Esta es más entretenida.

Nos gustaría, es nuestra utopía, que la gente salga con deseos de cambiar algunas cosas de su vida y de su entorno cercano. El poder cruza todos los aspectos de la vida, la pareja, en la calle, la salud, todo, el sexo, del baño a lo más público.

Esperamos que salgan reflexionando sobre cómo mejorar sus vidas y la de los demás.