Rusia y la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) anunciaron oficialmente este sábado las once ciudades seleccionadas para acoger los partidos del Mundial-2018, el evento más ambicioso que afronta el país desde la desintegración de la Unión Soviética.

Los nombres de las once ciudades, desde el Báltico a los Urales, fueron dados a conocer en una ceremonia organizada en los estudios de la televisión pública rusa, en la que participaron el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, el seleccionador italiano de Rusia, Fabio Capello, el ministro ruso de Deportes Vitaly Mutko y el campeón mundial brasileño en 2002 Roberto Carlos.

Los partidos del Mundial-2018 tendrán sedes que ya se consideraban seguras, como la actual capital Moscú (dos estadios), la excapital imperial San Petersburgo o la ciudad de los Juegos Olímpicos de invierno de 2014, Sochi.

También fueron incluidas Kazan, Samara, Nijni-Novgorov, Ekaterimburgo, Rostov del Don y Volgogrado, además del enclave europeo de Kaliningrado y la capital de Mordovia, Saransk.

De la lista original de trece se cayeron dos ciudades, Yaroslav y Krasnodar.

San Petersburgo y Moscú albergarán las semifinales y la final se jugará en el estadio Luzhniki de la capital, con una capacidad para 90.000 espectadores. En Moscú, el otro recinto será el nuevo campo del Spartak.

“Estoy seguro de que va a ser un gran éxito. El presidente, el gobierno, el Parlamento y los futbolistas están apoyando”, señaló Blatter, que aplaudió la profesionalidad del Comité de Organización local: “¡Gracias, Rusia!”.

“El anuncio de las ciudades es el primer paso en firme que damos rumbo a la Copa Mundial de la FIFA 2018. La contribución de las sedes es capital para el éxito del mayor acontecimiento deportivo. Esperamos una colaboración fructífera en el camino al primer Mundial en Europa del Este”, añadió.

Las sedes fueron aprobadas por el Comité Ejecutivo de la FIFA en una reunión que tuvo lugar el viernes, subrayó el propio organismo en su página web.

La organización del Mundial-2018 tiene un alto valor simbólico para la Rusia de Vladimir Putin, que ha apostado por el deporte como plataforma internacional y que ya consiguió la organización de los Juegos Olímpicos de invierno de 2014 y un Gran Premio de Fórmula 1, a partir del mismo año.

El presidente ruso, en imágenes grabadas anteriormente y emitidas en la ceremonia, indicó que la primera tarea de la competición era “incitar a los jóvenes a hacer deporte”, alejándolos “del alcohol y el tabaco”, pero también admitió que el Mundial era un motivo más para crear nuevas infraestructuras en distintas regiones del país.

“Incluso en las condiciones actuales de turbulencias en la economía mundial, la realización de programas como éstos es una manera muy buena de estimular la economía” rusa, declaró el jefe del Estado.

A pesar de las previsiones oficiales de efectos positivos en el país y el empleo, hay otros que se preocupan por el coste colosal del Mundial para las arcas públicas.

Las distancias enormes entre algunas ciudades es uno de los aspectos que hasta ahora han generado más controversia y el plan inicial de unir las sedes con ferrocarril de alta velocidad fue desechado, según publicó en agosto la prensa rusa, por su alto costo.

El último Mundial de fútbol tuvo lugar en 2010 en Sudáfrica y el próximo tendrá como sede Brasil, en 2014. Además del de 2018, la FIFA ya concedió la organización del siguiente, en 2022, para el pequeño emirato de Catar, en el Golfo Pérsico.