Fue en Doha. Hace 3 años Andy Roddick se enteró que la jugadora israelí Sahar Peer no podría participar en el certamen de esa ciudad qatarí por cuanto las autoridades de ese pequeño país no le habían entregado visa de trabajo. Es decir no la dejaban entrar para jugar el certamen que anualmente se disputa en enero y forma parte de la preparación para el abierto de Australia, primero de los torneos del Gran Slam que suele partir a mediados de ese mes.

Andy Roddick se unió a las hermanas Williams (que por su condición de negras han sabido de actos de discriminación cuando eran pequeñas en Los Angeles) y ellos, primeras figuras si las hay de cualquier torneo de tenis en el mundo, amenazaron con no volver si Peer o cualquier otro jugador/jugadora sufrían un acto de discriminación. Peer no sufrió inconvenientes al año siguiente…

Esta actitud pinta de cuerpo entero al deportista que decidió, en Nueva York y mientras se juega el Abierto de Tenis de los Estados Unidos que no seguirá jugando tras su participación en el campeonato que más quiere y el que ganó su único título grande, tras vencer al español Juan Carlos Ferrero en la final de 2003.

Andy Roddick, un terrible competidor, incapaz de darse por vencido, luchador hasta la última pelota en juego, optó justo el día de su cumpleaños número 30 (un 30 de agosto) por dar un paso al costado y dejar la profesión en la que brilló con luces propias.

12 años de carrera y 32 títulos certifican que su paso por el tenis no fue el de un anónimo. Le tocó enarbolar la bandera de un tenis históricamente ganador como el norteamericano en días que los dos más grandes jugadores de los 90 y parte del 2000 como Pete Sampras y André Agassi decían adiós.

No fue fácil para él sacar pecho y a partir de un fabuloso servicio y de una derecha temible ocupar semejante sitial. Un tal Roger Federer asomaba como el mejor de todos y un par de años después, en 2005, surgía otro ganador asombroso: Rafael Nadal. Entre el suizo y el español, se adueñaron de todos los campeonatos grandes: Federer en los de cemento y Nadal en la arcilla.

Con el suizo además sufrió más que con ningún otro competidor: perdió tres finales en Wimbledon (2004, 2006 y 2009) y una en Nueva York (2006) en el marco de los certámenes del Gran Slam. Federer marcó hegemonía en 21 de los 24 partidos ante el norteamericano quien si puede decir que se va del tenis con la última victoria ante el europeo, tras ganarle el tercero de sus tres triunfos, este año en Miami.

Andy fue un deportista cabal. Y ha sabido repartir generosidad con sus logros. Más allá de los 32 títulos (obtenidos en todas las superficies) y los casi 21 millones de dólares que ganó en forma oficial, ha distribuido 9 millones de dólares en obras de caridad a través de su fundación.

Se agotó, como él mismo dijo en la sala de prensa del US Open. Un luchador por más de 12 años al más alto nivel. Si no pudo subir más fue porque en su camino se cruzó el mejor de la historia. Aunque él se puede ir tranquilo: en la cancha dejó todo…