Uno de los dos abogados del mayordomo del Papa, Paolo Gabriele, acusado de haber filtrado a la prensa documentos confidenciales, renunció a asumir su defensa debido a desacuerdos sobre la “estrategia” a seguir en su juicio de este otoño, indicó la agencia AFP.

“Lo hemos decidido por acuerdo mutuo. Debido a una divergencia sobre la estrategia de defensa”, declaró Carlo Fusco, interrogado por teléfono, e indicó que la otra letrada, Cristiana Arru, que actualmente no se encuentra en Roma, no había tomado todavía una decisión.

El mayordomo de Benedicto XVI será juzgado por “robo agravado” el próximo otoño, en compañía de un cómplice, Claudio Sciarpelletti, otro laico que trabajaba en el Vaticano.

El abogado Fusco, que tiene costumbre de trabajar con el Tribunal del Vaticano, subrayó que tenía vínculos de amistad con Paolo Gabriele “desde hace 25 años” y que estos lazos permanecerán intactos.

El 21 de julio, cuando el mayordomo había sido puesto bajo arresto domiciliario después de ser detenidos durante 53 días, Fusco había asegurado, en una conferencia de prensa que “los motivos que le llevaron a perpetrar algunos actos no eran todos por motivos personales”.

“No hay redes, no hay complots internos o externos”, había insistido, cuando número de observadores estiman que el mayordomo pudo ser manipulado en el marco de un ajuste de cuentas.

Según los informes del fiscal y del juez de instrucción, Gabriele repitió durante sus interrogatorios que su actuación se debió a un deseo de ayudar al Papa, quien, según él, estaba siendo mal informado sobre lo que ocurría en el interior de la Santa Sede.

El juicio que se abre en otoño sólo abarcará una de las vertientes del caso de las filtraciones, apodado “VatiLeaks” por la prensa, todavía lleno de incógnitas.

Se trata de juzgar el robo agravado presuntamente cometido por Paolo Gabriele.

La instrucción se volverá a abrir este otoño boreal para investigar entre otros supuestos delitos de traición del secreto pontifical y de difamación, mucho más graves.

Según las diferentes cifras que circulan, entre tres y veinte personas serían sospechosos potenciales en el caso. La investigación ha demostrado que Gabriele no era el único en enviar documentos secretos fuera del Vaticano.

La Santa Sede ha desmentido que una veintena de personas estén en la línea de mira de las investigaciones.