Más de 40 años después de que Neil Armstrong caminara sobre la Luna, romper las barreras del espacio sigue siendo para Estados Unidos un objetivo que comparte con otros países, mientras el sector privado da sus primeros pasos en el transporte y turismo espacial.

Armstrong, fallecido el sábado a los 82 años, lo tenía claro: “El hogar del hombre no puede estar indefinidamente confinado en la Tierra”.

“Creo que los viajes interplanetarios llegarán, no sé cuando. Es deseable porque acabará siendo necesario”, explicó hace unos años ante un grupo de estudiantes en París.

Hace tan sólo unas semanas, el robot Curiosity llegaba a Marte mientras que los transbordadores espaciales Endeavour, Enterprise, Discovery y Atlantis eran trasladados a un museo.

“Es el desafío de hoy”, declaró a la AFP Jeff Foust, redactor jefe de la revista Espace, “cómo seguir enviando hombres al espacio, a Marte, volver a enviarlos a la Luna, al tiempo que encontrar la forma de tener el presupuesto. No creo que hayamos encontrado la fórmula”, añadió.

“El mundo evoluciona. La mejor manera de homenajear a Armstrong no es rehaciendo lo que él hizo, sino inspirarse en él para encontrar nuevas conquistas”, precisó Foust.

Las “cosas cambian”, manifestó por su parte Keith Cowing, redactor jefe del sitio especializado Nasa Watch, “las razones por las cuales íbamos al espacio hace 40 años y hoy son distintas”.

“Ir al espacio, es normal. Para la Nasa siempre se ha tratado de romper las fronteras y los límites. Ahora hace falta que la Nasa abandone las operaciones de rutina del sector privado y se dedique a explorar”, aseguró.

El fervor suscitado a raíz de la hazaña de Armstrong el 20 de julio de 1969, observada por más de 500 millones de telespectadores, probablemente no tiene equivalentes, pero para Roger Launius, “la expedición a Marte provocó un interés enorme”.

“Se hacen muchas cosas”, reiteró este especialista en conservación del Museo del Espacio de Washington, “tal vez no hay hombres enviados al espacio, pero ahora enviamos robots y satélites, queremos saber más sobre el cosmos, sobre la Tierra, sobre el cambio climático”.

“El programa y la industria espacial estadounidense están bajo presión actualmente” por motivos presupuestarios, contó Scott Pace, director del Centro Político Espacial de la Universidad de Washington. “Es por eso que es importante tener objetivos claros y realistas”.

“La era Apollo se desarrolló en el contexto de la Guerra Fría que ya no existe”, siguió. “Ir al espacio requiere ahora una combinación de cooperación internacional, asociación comercial y apoyo del gobierno”.

De hecho, Estados Unidos no es el único país interesado en el espacio.

Rusia es ahora el único país capaz de asegurar el traslado y relevo de tripulaciones hacia la Estación Espacial Internacional (ISS). China intenta formar parte de este exclusivo club de grandes potencias espaciales y lanzará en 2013 su tercera sonda lunar.

La cápsula no habitada Dragon de la sociedad SpaceX, primera nave comercial en llevar equipaje a la ISS, abrió en mayo una nueva era de transporte espacial, introduciendo al sector privado.

Además, hay que añadir el turismo espacial, liderado por el multimillonario británico Richard Branson. Éste anunció para 2016 los primeros vuelos comerciales en su nave SpaceShipTwo y el anticipo de 529 reservas “turistas”, entre ellas la del actor Ashton Kutcher, de 34 años, separado de la también actriz Demi Moore. El precio del billete es de 200.000 dólares.

Branson está convencido de lograr, Armstrong lo deseaba. “Hablamos del futuro del viaje al espacio y él realmente quería que continuaran las inversiones al espacio. Apoyaba la idea que el dinero privado fuera utilizado en viajes al espacio y creo que pensó que esto podía disminuir el costo”, afirmó el empresario este domingo.