La policía sudafricana alegó este viernes haber actuado en legítima defensa en una operación represiva -la más sangrienta desde el fin del “apartheid” en 1994- que dejó, según su propio balance, 34 mineros huelguistas muertos y cerca de 80 heridos.

“El grupo de militantes cargó contra la policía, disparando y blandiendo armas peligrosas”, sostuvo la jefa policial, Riah Phiyega, al dar cuenta de los enfrentamientos ocurridos el jueves en Marikana (noroeste) con los huelguistas de la mina de platino Lonmin.

“La policía se replegó sistemáticamente y se vio forzada a recurrir a la fuerza máxima para defenderse. El balance es de 34 muertos y más de 78 heridos”, así como de 259 detenidos, agregó.

Este es el primer balance oficial de los enfrentamientos. Una fuente sindical había dado parte previamente de 36 mineros muertos.

El movimiento, considerado ilegal, se inició con una reivindicación de un grupo de mineros que exigía triplicar su salario, actualmente de 4.000 rands mensuales (486 dólares, 400 euros).

La matanza provocó conmoción mundial ya que numerosas cadenas de televisión se encontraban cubriendo las negociaciones con los huelguistas cuando se inició la operación.

Las imágenes muestran a los agentes abriendo fuego contra manifestantes, que caen en medio de una nube de polvo.

Phiyega mostró otros videos, en los que se ve a policías esforzándose en dispersar a los mineros, negociando con ellos y recurriendo a armas convencionales de dispersión de manifestaciones, como cañones de agua y balas de goma.

En cualquier caso, se trató de la intervención policial más sangrienta desde 1985, cuando la policía mató a 20 manifestantes negros que protestaban contra el régimen segregacionista del apartheid.

Esta vez, fueron policías negros quienes abrieron fuego contra mineros también negros cuyas condiciones materiales de vida experimentaron escasas mejoras desde la instauración de una democracia multirracial hace 18 años.

La huelga de Lonmin, que se inició hace una semana, ya había dejado diez muertos antes del jueves, en presuntos enfrentamientos entre dos gremios: el Sindicato de Mineros y Obreros de la Construcción (AMCU, radical) y el Sindicato Nacional de Mineros (NUM), un poderoso aliado del Congreso Nacional Africano (CNA), el partido en el poder.

El presidente sudafricano, Jacob Zuma, que participaba en una cumbre regional en Mozambique, regresó este viernes precipitadamente a su país, en un vuelo que lo llevó directamente a Rustenburg, la ciudad más cercana a la mina.

El viernes, en el caserío de chozas de madera y chapas en los altos de los depósitos de la riquísima mina, unas cien mujeres denunciaban la violencia policial, con los cantos y danzas usados hasta hace dos décadas para denostar al apartheid.

“La policía ha venido aquí para matar a nuestros maridos, a nuestros hermanos. ¡A nuestros hijos!”, clamaba una de ellas, Nokuselo Mciteni, de 42 años.

Unos 2.000 mineros volvieron a reunirse, algunos con barras de hierro y palos.

Un emigrante mozambiqueño, Luis Macuacua, de 35 años, da su versión de los hechos de la víspera. “Estábamos reunidos, y la policía llegó para echarnos. Era una guerra”.

Antes de los incidentes del jueves, la dirección de la mina había intimado a los huelguistas a reanudar el trabajo el viernes, so pena de despido.

Lonmin afirma que la huelga le impedirá muy probablemente alcanzar su meta de producción anual de 750.000 onzas de platino.

La tensión social en Sudáfrica llevó este viernes el precio del platino a su máximo nivel en un mes. En el London Platinum and Palladium Market, a las 10H00 GMT la onza se negociaba a 1.460,99 dólares, en alza de 60 dólares (+4%) respecto al jueves al mediodía.